Guillermo Fabela QuiñonesApuntes
El proceso de cambios estructurales entra con pasos firmes al 2020. Así lo confirman los niveles al alza de la popularidad del presidente López Obrador y la confianza ciudadana en que se podrá consolidar el proyecto de la Cuarta Transformación. El optimismo del mandatario tiene sus bases en el firme apoyo del pueblo, no obstante las andanadas reaccionarias en su contra. Esto da margen a un manejo político más amplio, pero al mismo tiempo es una mayor exigencia para que se avance con firmeza en el cumplimiento de los compromisos subyacentes.
Los hechos demuestran que no han hecho mella alguna los ataques de la derecha en la imagen presidencial; pero las clases mayoritarias están a la espera de que se acelere la marcha, no entienden la necesidad de crear condiciones objetivas para dar un paso atrás a fin de dar dos hacia adelante, como así lo patentiza la realidad. Los conservadores agrupados en el PRIAN están muy atentos a las enfrenadas que tiene que dar el Ejecutivo para echársele encima, como lo vimos en días pasados cuando lo acusaron de que no ha cumplido su compromiso de bajar el precio de los combustibles.
Como si no hubieran sido ellos quienes colapsaron el mercado de las gasolinas con sus nefastas políticas públicas neoliberales. Asimismo, con motivo del fin de año y entrada al 2020, le dedicaron campañas mediáticas porque aumentan inercialmente los homicidios y las actividades del crimen organizado, como si este flagelo no viniera tomando fuerza desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Le echan la culpa de problemas que ellos mismos crearon con su corrupción irrefrenable y su total irresponsabilidad en todos sentidos.
De ahí que tenga razón López Obrador cuando afirma que ahora nuestro país ha recobrado su nivel de “hermano mayor” de los pueblos latinoamericanos, como lo señaló en reunión con el cuerpo de embajadores y cónsules de México en el mundo. Esta circunstancia, que se ha ganado a pulso, lo obliga a seguir adelante, sin claudicar ni hacer caso a las amenazas de la derecha, a sus constantes provocaciones, sino cumplir sus compromisos con la estrategia enmarcada en la Cuarta Transformación; no habrá otra oportunidad para llevarla a cabo, ni tiempo suficiente si no se avanza en lo esencial este año que comienza.
Lo esencial, sin duda alguna, es seguir contando con apoyo consciente del pueblo, que se mantendrá en la medida que se vean resultados concretos en la economía popular, no sólo con medidas asistencialistas sino con datos duros, como salarios superiores a las tasas inflacionarias, empleos decentes, avances sociales básicos y, lo más importante, que el ciudadano común vea que la lucha contra la impunidad es en serio. Nada afectaría más la credibilidad del mandatario que no avanzar en esa dirección.
De ahí la importancia en este momento de la Unidad de Investigación Financiera (UIF), cuyo titular está demostrando capacidad y agallas para no claudicar. Sin embargo, de poco servirían sus esfuerzos si en el Poder Judicial y en el Legislativo no encuentra los apoyos institucionales necesarios para seguir adelante. Los enemigos a enfrentar cuentan con recursos inagotables por provenir de fuentes del crimen organizado; tienen lazos firmes con las elites más poderosas, como lo demuestra la investigación que la UIF realiza contra Martha Sahagún por sus nexos ilegales a través de su Fundación Vamos México. Una vez destapada una cloaca es imposible cerrarla sin limpiarla.
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