María Teresa Jardí
Conocer la historia sirve para no repetir los errores. La ausencia de memoria histórica está llevando al hombre a desaparecer del Planeta. El general Francisco Franco le juró lealtad a la II República y le creyeron los presidentes republicanos. Pinochet se la juró al Presidente chileno y éste le creyó. La lealtad de los generales siempre es incierta. Hay cosas que no cambian y la paramilitarización del Ejército Nacional a través de la creación de la Guardia Nacional es un error de impredecibles consecuencias.
No es imputable a AMLO la estancia en la calle de las Fuerzas Armadas. Es responsabilidad del impresentable Felipe Calderón. Lo que por sí solo convierte a Calderón en el peor titular del Poder Ejecutivo que el país haya tenido y vaya que todos fueron malos desde Díaz Ordaz. Y como lo imperdonable no tiene perdón, Calderón debe ser juzgado por ese y todos los crímenes por él cometidos y por él solapados, con la impecabilidad y con la implacabilidad que sus hechos ameritan.
Y es intolerable que se le otorgue a Felipe Calderón una patente de corzo a través del registro del partido político que su mujer encabeza y un INE, capaz de entregar ese registro buscando salvar a quien se impuso con un fraude y dañó de manera tan brutal a los mexicanos al punto de declarar una falsa guerra que a la nación ha convertido en cementerio, efectivamente, debe ser sustituido por otra instancia menos esperpéntica y ojalá ni MORENA ni AMLO permitan la entrega de esa patente convirtiéndose en encubridores si no es que en cómplices.
El juicio que se sigue a Genaro García Luna por los yanquis es ejemplo de que también para hacer justicia se debe empezar por barrer lo alto de las escaleras. Es vergonzoso que se juzgue a García Luna en el país vecino cuando es algo que debería haberse hecho aquí.
Otra vergüenza va a ser que por lo ocurrido a Florence Cassez sea juzgado Calderón en los Estados Unidos de Norteamérica y no aquí como cabría esperar de un gobierno que ofrecía el cambio y teniendo el capital que tiene AMLO merced a los que salimos a votar –no para elegir a un Mesías ni a un redentor– para que las cosas cambiaran y al menos en materia de justicia fueran distintas.
Los antecesores de AMLO eligieron convertirse en criminales para formar parte de los más ricos del mundo. Fueron corruptos y son indefendibles. Pero el capital, incluso siendo tan enorme como el que AMLO obtuvo regalado por los que por él votamos el 1 de julio de 2018, se agota con la mentira.
Lo de la UNAM se arregla si se acaba con los grupos de porros que tan bien han servido y sirven al sistema hoy encabezado por MORENA. Las mujeres son atacadas, no por ser anarquistas, se les ataca porque son mujeres. Como antaño se hizo con los estudiantes por ser jóvenes, no por ser comunistas, con lo que buscaron justificarse los criminales Díaz Ordaz y Luis Echeverría. Y, caído el Muro, aunque el delito siguió siendo ser joven y ser mujer, se buscó justificar el ataque “por ser terroristas”. Como si el terrorismo de Estado no fuera lo que el imperio yanqui aplica. Como si no fuera terrorismo de Estado el gasear migrantes. Como si terrorismo de Estado no fuera el aumento de los abusos sexuales, normalizando incluso los feminicidios, porque las mujeres se atreven a decir ¡ya basta! de patriarcal y capitalista afrenta para disgusto de los conservadores que no se han ido y que hoy también gobiernan.