Opinión

Evocaciones de Esperanza

Cristóbal León Campos

I

La miró frente al mar, el reflejo de la Luna en sus ojos le hacían deslumbrar entre las estrellas, el color dorado de su piel acariciaba nerviosa, las miradas se cruzaban, las risas decían más que las palabras, entre sus brazos la tomó para hablarle de esperanza, se habían conocido un día cualquiera, y los pasos inciertos del destino los puso a la orilla del inmenso azul marino, las sirenas cantaban una sueva melodía, las olas rompían con fuerza en la arena, la lluvia del atardecer dejó un manto de humedad, él buscaba las palabras para hablarle de pasión y ella escondía el deseo entre sus manos, esa noche se besaron por primera vez, abrazados observaban las fugaces estrellas, soñaban, era el último día del ayer, a la orilla de un inmenso océano, hablaron de utopías a ritmo de amor.

II

Recorrió cada rincón de su silueta, bebió de lo más profundo de su ser, acarició los miedos, sintió las heridas, tomó como suyas las manos llagadas, fue tejiendo cada parte, cada centímetro restituyó con las palabras necesarias, ella dio vida a quien se había perdido en el abismo de sí mismo, con la paciencia de los mil años fue limpiando las huellas y secando cada lágrima, entre sus brazos dio seguridad al cuerpo temeroso, cada cabello entre sus dedos era un gesto de armonía, la piel se renueva cuando se le cuida, ella celó toda su alma, y es que hay espíritus que dan señales a los vagabundos en las noches, de su oscuridad ella hizo un sendero lleno de luciérnagas, él sintió esperanza cuando al amanecer desnuda con el alma entre sus manos le entregó el corazón lleno de sueños, ella hizo renacer aquella sombra y hoy la luna atestigua el brillo de su luz.

III

Nunca les importó el tiempo, no tenía sentido, su unión traspasaba las formas convencionales del sentimiento, lo que se une en el alma no se disuelve con los cuerpos, no había sustancia material que retuviera el deseo, que encapsulara las palabras o escribiera rimas para nombrarlos, la esencia de lo suyo habitaba entre espíritus y sueños, le llamaban amor, pero ellos sabían que se leía con letras de esperanza, las tardes de lluvia o los días soleados, no había diferencia, y es que no la hay cuando dos cuerpos se aman sin tocarse, lo que desborda al corazón no se siente únicamente en la piel, sus besos y las caricias se inscriben en las huellas de sus vidas, el tiempo dejaba de existir si es que alguna vez lo hizo, la risa es eterna cuando se inspira en la mirada, los versos nombran sus actos, pero su amor los hacía renacer cada mañana.

IV

Hablaban a todas horas de todas las cosas, recordaban, imaginaban, con las manos describían perfectamente cada una de las ilusiones, se iluminaron, se comunicaron, largas tardes de café frente a su antigua enredadera, la misma que sembraron el verano en que se enamoraron, manos tomadas, juntas las almas, siempre acariciándose, siempre enamorándose, bebieron de la misma taza, por el mango tomaron las adversidades, por las noches acostados contaban las estrellas, la lluvia siempre fue su caminata favorita, el aroma de las rosas cosechadas impregnó sus miradas, bailaron, siempre bailaron, todas las tardes a las seis, junto a la enredadera escribieron poemas de lujuria, ¿qué sabe el amor de la vida sin pasión?, con las palabras a besarse jugaban, ojos para tocarse las sonrisas, hasta quedarse dormidos hablaban y se abrazaban siempre al despertar.

V

¿Acaso no es la esperanza la utopía que nos mueve? La pasión es el fuego interno que nos hace soñar, andamos por la vida buscando aquello que nos haga ser felices, hacemos del camino un andar de aprendizajes, nos llenamos de saberes que nos componen, nos hacen y definen, somos todo y nada, avanzamos al sendero de lo incierto con la certeza de que vamos por los sueños, así andamos nosotros los que hemos decidido calcinarnos en este mundo, evocamos lo que amamos porque ello es lo que nos hace renacer a cada instante, entre cenizas renacemos y frente al mar nos miramos con el fuego de la esperanza.