Iván de la Nuez
La noticia la destapó The Guardian y ya se ha dispersado por medios y redes: Amazon no venderá “Mi lucha”, la obra de Hitler que concentra la ideología nazi. Recordemos que ya los derechos habían vencido en 2015 y que, desde entonces, cualquier editorial podía publicar y vender este libro. De hecho, algunas editoriales lo completaron con apéndices y otras notas de autores contemporáneos con el fin de paliar esta obra magna del horror fascista. Es decir, ya corren por ahí ediciones con amortiguadores.
Durante estos últimos años, varias organizaciones judías y de víctimas del holocausto han presionado para que la gran distribuidora no vendiera el panfleto. Y finalmente, Amazon ha cedido, sacando de la plataforma otros libros neofascistas que adaptan a Hitler a los tiempos que corren. Esos que cambian a los judíos por inmigrantes y a los comunistas por las nuevas izquierdas y por la democracia misma.
Como esta es una polémica que cumple puntualmente con su eterno retorno, no es la primera vez que hemos tocado el tema aquí. Y, como otras veces, esta columna no es partidaria de la prohibición. Claro que nos consterna la fuerza del neofascismo. Y claro que nos afecta cualquier combustible para una ultraderecha dedicada a actualizar al genocida nacido en Braunau en 1889. Pero es peor una sociedad sin anticuerpos frente un libro de esta índole, aparte de que no hay mejor publicidad que lo prohibido.
“Mi lucha” corre hoy por las redes junto a otros títulos neofascistas, como es el caso de “La seta venenosa”, un libro infantil antisemita. Estos se pueden bajar gratis de Internet. De manera que el fascismo puede expandir su ideología aunque los editores no se puedan llenar los bolsillos con ésta.
Y es que, para consumir fascismo no hace falta leer estos libros. Basta con cualquier discurso de Bolsonaro, Duterte, Obán y compañía, dedicados a licuar “Mi lucha” con sus twitters, sus medidas y sus respectivas presidencias.