Opinión

De autor desconocido

¿Quién ha dicho esas historias?,

¿que el Cristo este año

no sale?, si está vestido

de blanco,

de azul, en los hospitales...

¿Quién dice que el

Nazareno no puede

hacer penitencia,

si están todos atendiendo

a enfermos en las urgencias?

¿Cómo que Jesús Caído

no saldrá el Miércoles

Santo? Mírale tú en

nuestros médicos que

caen rendidos,

exhaustos, con

humildes cireneos

ayudando a cada

paso:

celadores, enfermeras,

administrativas, codo a codo,

sin descanso.

Igual que en la

Borriquita pasó Jesús

por la tierra,

nuestros héroes

camioneros pasan

las noches en vela

para abastecer

mercados

de barrio, farmacias, tiendas...

Ejércio, Guardia Civil,

Policía, ... patrullan

calles desiertas,

y no están con sus familias

sino cuidando a las

nuestras. Y lejos de

las ciudades,

Jesucristo está

doblado

sobre los surcos de tierra,

se hace a la mar en

un barco, tiende cables,

cava pozos

o pastorea el ganado.

Nadie diga que el Señor

no está en las calles presente,

cuando en las Iglesias solitarias

los Sacerdotes celebran Misa diariamente.

Nadie diga que el

Cautivo no va a salir

este año, mientras

haya una voz buena

llamando al que está encerrado.

Nadie diga que el

Gran Poder no va en

su anda,

cuando tantas vidas

orantes se ofrecen y

aman.

Con cansancio en la

mirada, con buen

humor, sin fallarnos,

también Cristo está

presente en cualquier

supermercado,

reponiendo

estanterías

o a pie de caja cobrando.

Jesús viene en un

camión de blanco y

verde pintado,

recoge nuestros

desechos

y se va sin ser notado.

Cuando veo a tanta gente

que a los suyos ha

enterrado, siento que

también salió la Piedad del barrio

bajo, la Virgen de

las Angustias con

su Hijo en el

regazo.

Y aunque a todos

nos asuste el pasar

por el Sepulcro,

ahí está la fortaleza

de Aquél que ha vencido al mundo.

Tal vez no haya

procesiones con

imágenes talladas

pero ya ves, Cristo sale

al encuentro de tu

alma, en mil

rostros escondido,

sin cirios y sin

campanas.

Que aunque no haya

procesiones por España

en primavera,

seguirá oliendo el

incienso que pone

su gente buena.

El amor salta las tapias,

el corazón no se

encierra; será una

“Semana Santa” más

que nunca,

y verdadera.