Opinión

Paloma Corcuera Mansi y Natalia Gálvez Farías

De acuerdo a los datos de la SEP, las mujeres son mayoría entre quienes se gradúan en niveles superiores. Entonces, ¿por qué observamos una representación tan baja en los cargos directivos?

La respuesta, según el estudio realizado por Ely y Padavic para el Harvard Business Review, está en la cultura de culto al trabajo, que aunque afecta negativamente tanto a hombres como a mujeres, es la razón por la que las mujeres se están quedando atrás, ya que son sólo ellas, cuando tienen familia, las que son incentivadas a tomar flexibilidad en su trabajo y cuando regresan, su carrera sufrió. ¿Esto quiere decir que las mujeres no deberían de tomar estas flexibilidades? No.

Estas medidas se tomaron para buscar equidad, pero la consecuencia es la inversa. Para cerrar estas brechas, las organizaciones deben hacer obligatorias estas flexibilidades a todo su personal; así no existirían incentivos implícitos al contratar o promover a un hombre sobre a una mujer y esto resultaría en que el trabajo en casa también se divida más equitativamente.

Los resultados del estudio exhiben como prácticamente a todo el personal, sin importar su género, les conflictúa la demanda implacable de su empleador por su disponibilidad 24/7 y la necesidad de elegir entre sacrificar su trabajo o su vida personal.

Así, las horas largas de trabajo resultan perjudiciales para todas las personas, pero afectan la carrera profesional de las mujeres desproporcionadamente. Para cerrar esta brecha se tiene que cuestionar el culto al trabajo, que es lo que hace que los empleadores demanden disponibilidad ininterrumpida de su personal. Ninguna persona debería estar obligada, incentivada o condicionada a trabajar más de 8 horas al día.

Organizaciones diversas emitieron comunicados de solidaridad con el paro del 9 de marzo. Aunque es buena señal que el movimiento esté en boca de todas las personas, esta solidaridad no significa nada si no se atienden los problemas de discriminación internos.

Al emitir esos comunicados las organizaciones hicieron un compromiso con el movimiento feminista. El feminismo es interseccional y, como tal, reconoce que la opresión a la mujer se entrecruza con cualquier otro tipo de discriminación, sea racial, por preferencia sexual, identidad de género, social, económica o cultural.

Los resultados desiguales son evidencia de discriminación. Que quede claro que emitir un comunicado de solidaridad es un compromiso con la interseccionalidad del movimiento. A la hora de explicar resultados discriminatorios, no hay pretexto que quepa. Por ejemplo, según datos del informe Women In Business 2019 publicado por la firma Grant Thornton, en México 74% de los puestos directivos son ocupados por hombres y solamente 26% por mujeres.

Los emprendedores se jactan de encontrar la solución a cualquier problema, pero no son capaces de cerrar la brecha entre hombres y mujeres en cada nivel de dirección. Grant Thorton no desglosa otras características demográficas de su muestra, pero sería interesante conocerlas, ya que revelarían otro tipo de discriminación. Probablemente dentro de este 26%, las mujeres blancas y heterosexuales son la mayoría.

En este sistema económico, donde el crecimiento y la rentabilidad tienen prioridad sobre la justicia y el bien común, es urgente implementar medidas que protejan a los grupos en situación de vulnerabilidad y al planeta. Es innegable que vivimos en un mundo de grupos opresores y oprimidos, de pocas personas ganadoras y muchísimas perdedoras, donde los poderes político y económico duermen en la misma cama y conspiran para mantener desigualdades enormes que son necesarias para seguir explotando personas y recursos a costa de la mayoría y en beneficio de la minoría.

Ahora que se emitieron estos comunicados, exijamos resultados. No es suficiente cerrar la brecha que existe entre hombres y mujeres, sino erradicar todas las formas de opresión. La lucha feminista no busca asegurar el acceso igualitario a posiciones dominantes, sino eliminarlas.

Asociadas de @COOPIACOOPIA