Opinión

Buenas noticias

María Teresa Jardí

Ligo la nota leída el 1 de mayo en el POR ESTO!, escrita por Paco Rodríguez en una colaboración imperdible (https://www.poresto.net/2020/04/30/destapan-cloaca-de-la-infamia/), con una receta que le dio a mi hermano un sudamericano contándole que su abuela se las daba para curar las gripes fuertes, recomendando que lo tomaran en caso de tener síntomas de coronavirus; advirtiendo que no es una receta preventiva ni que se deba usar si no existen síntomas.

Les paso la receta que embona en lo que Paco Rodríguez explica.

“Se pone a hervir, en una taza de agua: un limón, previamente bien lavado con todo y la piel, cortado en cuatro partes, con tres aspirinas. Se deja hervir la infusión por cinco minutos y se deja enfriar un poco. Se exprimen las cuatro partes del limón, se tira la piel, se endulza con un poco de miel y se bebe la infusión”. Vean ustedes.

Paco Rodríguez nos dice que: “COVID-19: un hallazgo científico que tapa muchas bocas y, de confirmarse, posibilitaría el regreso a la vida normal y la reapertura de los negocios cerrados por la cuarentena, no de inmediato, pero sí una vez que los protocolos sean adecuados a la nueva realidad… Gracias a las autopsias efectuadas por médicos italianos se ha demostrado que el coronavirus no es una neumonía, sino que produce una coagulación intravascular diseminada (trombosis) cuya forma de combatirla es con antibióticos, antiinflamatorios y anticoagulantes… Dieron con el remedio y el trapito, como decían las abuelas…”.

Y en el mismo, Indice Político, da a conocer que: “… Desde hace unos días circula por las redes un hallazgo científico que viene a ubicar en su justa dimensión muchas insolencias vertidas alrededor del síndrome del COVID-19. El robot viral, creado e incubado en los laboratorios imperiales, puso de rodillas a la población del planeta, en todas latitudes. Trató de encubrirse por todos los medios el origen de la pandemia. Los cruces de acusaciones entre Estados Unidos y China, que han llegado a los tribunales en los que el equipo jurídico de Donald Trump se jugó el resto de reclamar indemnizaciones hasta por veinte billones de dólares, han sido una apuesta demasiado alta. En el caso más seguro de perderla, el desquiciado anaranjado estaría echando a la basura el monto del producto interno gabacho de un año. Esa sería la puntilla a su ambición reeleccionista que impactaría a la de acá del rancho grande. Los aparatos de inteligencia china han presentado pruebas irrefutables de la mentira del gabacho...”

Para concluir diciendo que: “...Uno de los primeros informados, el maestro José Luis Sánchez Pizzini, puntual colaborador de esta columna, opina que por lo menos el coronavirus perderá el carácter de una peste medieval, que arrinconó y confinó el aparato económico. Ya no es pretexto válido para continuar paralizados, el mundo puede volver a girar. En los países desarrollados este anuncio puede ser motivo del gran alborozo. Para nosotros, no tanto. Porque aunque estamos infectados de lo mismo, aquí padecemos otras epidemias que no cantan nada mal las rancheras. Tenemos que pelear denodadamente contra el coronahambre, causado por un puñado descerebrado de dirigentes que han destrozado previamente los sistemas económicos y sociales, para los cuales la cura no puede ser a base de antibióticos, anticongelantes y antiinflamatorios...”.

El enemigo del mundo que despacha como cabeza en el acabado imperio yanqui, queriendo salvar sus propios y bastardos intereses, por no entender, no entendió, que de paso ponía en jaque al capitalismo, exhibido, de suyo, como enfermedad mortal, que debe ser combatida de manera rauda por la humanidad cambiando la forma de consumo.

Que Trump, un criminal de altos vuelos, es el responsable de las muertes por el coronavirus, que tantos muertos ya lleva pero a la que no le acaban de cuajar las cifras para ser pandemia, ha sido diáfano desde el principio.

Y por eso, la continuidad de las mañaneras casi sin cuidado en la distancia adecuada despiertan en mí la duda de si la necedad de continuar, sin llenar ni las más mínimas formas, con la construcción del mal llamado tren maya, ¿de paso no habrá contemplado el deshacerse de los integrantes de los pueblos originarios que se oponen a ser desechados como basura?