Opinión

¿Una visita simbólica a Washington?

Andrew Selee

Como muchos soy escéptico de la visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington. Normalmente creo que los mandatarios de México y Estados Unidos, y sus gabinetes, deberían reunirse lo más posible, dado el número de temas en la agenda bilateral que son de importancia para ambos países. Pero en estos momentos de campaña política norteamericana, es un riesgo repetir la experiencia de hace cuatro años con la visita de Donald Trump a México, de generar la percepción de un acto político más que un acto de estadismo, y eso podría lastimar, más que mejorar, la relación entre ambos países. Ya que el presidente Trump es un maestro en utilizar sus adversarios para sus fines propios, los riesgos son muchos.

Pero la decisión está tomada, así que ofrezco algunas ideas de cómo se puede realizar este viaje de una forma productiva que quizás muestre la agenda más amplia que debería tener el gobierno mexicano frente a los Estados Unidos, no solamente frente a Trump y la Casa Blanca.

Para empezar, habría que ver alguna reunión con líderes mexicanos que viven en los EU. La gran mayoría de ellos no están en Washington, así que una visita a otra ciudad podría ser una opción, o simplemente se puede extender una invitación a que asistan algunos de ellos a Washington para reunirse con López Obrador. Esto sería un gesto vital dado la importancia que juegan los mexicanos en la vida de los Estados Unidos, sobre todo en un momento en que la comunidad mexicana ha sentido asediado por decisiones y declaraciones de la administración Trump.

Segundo, habría que hacer una reunión con congresistas tanto demócratas como republicanos. Si la intención de ir a Washington es arrancar bien el T-MEC, habría que reconocer el papel que tuvieron los congresistas en la aprobación. Lo correcto sería realizar reuniones con la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, una demócrata, y con el líder mayoritario del Senado, Mitch McConnell, un republicano, pero hay un sin fin de formas de hacer esto para que la visita se percibe como un ejercicio bipartidista y no sólo con Trump en medio de una campaña electoral.

Otra opción sería una reunión con el Caucus Hispano, que reúne a los congresistas de origen latino, que son, en su mayoría, demócratas, o una reunión conjunta con el Caucus hispano y el Caucus afroamericano, sobre todo en estos momentos de Black Lives Matter, el movimiento para reducir la violencia contra afroamericanos, que también ha enarbolado demandas para mejor el trato hacia los latinos.

Y a propósito de esto, no estaría demás realizar una visita a la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, algo que frecuentemente hacen los mandatarios visitando esta ciudad desde el extranjero, pero que en este momento cobraría mayor relevancia dado la respuesta abierta que ella tuvo con las protestas de los últimos días. Quizás podrían recorrer juntos la plaza frente a la Casa Blanca, que ella nombró “Black Lives Matter” en solidaridad con los manifestantes, o la zona donde se preparan las protestas.

López Obrador viene de una tradición muy importante de protestas y movimientos sociales para los derechos, empezando con su solidaridad con movimientos indígenas en Tabasco en sus días mozos, por lo que debería de entender el momento de efervescencia social que vive este país, y encontrar una forma simbólica de unirse a los reclamos por la justicia para todos en EU. Este país está justamente en medio de un movimiento por los derechos de los afroamericanos, que siguen siendo marginados, pero estos reclamos también se han extendido a los derechos de los latinos, incluyendo a 11 millones de ciudadanos mexicanos y 38 millones de personas de ascendencia mexicana que viven en EU.

Finalmente, no hay grupo más popular y políticamente exitoso que los Soñadores, los Dreamers, los jóvenes que llegaron de forma indocumentada a los Estados Unidos de niños y han abogado por su derecho a permanecer en este país. Hace unos días, la Suprema Corte de EU permitió que siguiera el programa que los protege de la deportación y les da derecho a trabajar en EU, y hay esperanzas que el Congreso en algún momento pueda expandir y hacer permanente esta medida, que ahora cubre más de 600 mil jóvenes, de los cuales, 79% nacieron en México. ¿Por qué no reunirse con algunos líderes de los Soñadores, quienes gozan de respeto tanto entre republicanos como entre demócratas por su valentía?

Obviamente, cualquiera de estas reuniones podría enojar a Trump, quien quiere que La Casa Blanca sea el único enfoque de la visita, y López Obrador ha sido muy cauteloso en su relación con Trump. Pero Trump es un maestro de símbolos y va a utilizar la visita de López Obrador a Washington para sus propios fines políticos. Va a tratar de convertir a López Obrador en títere en su propio espectáculo.

Sin embargo, López Obrador también es un maestro de símbolos y los sabe utilizar, hasta mejor que Trump lo sabe hacer. Por lo tanto, ¿por qué no usar esta visita, que ya está decidida, para algunos encuentros simbólicos que pueden beneficiar a los mexicanos viviendo en EU y resaltar el compromiso de México con la justicia y los derechos para todos, especialmente los Soñadores y los estadounidenses de origen latino? López Obrador ganó las simpatías de los mexicanos en Estados Unidos durante la campaña por sus promesas de transformación. En esta visita, podría venir con ideas de cómo transformar la relación entre México y Estados Unidos también y no solamente seguir la agenda de su anfitrión.