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Opinión

Guerra civil en Estados Unidos, mejor no

Por Jorge Gómez Barata

Se especula que de perder las elecciones, Donald Trump pudiera desatar una guerra civil. La otra noticia es que para una guerra se necesitan tropas, generales y dinero, además el presidente no está solo en el ring, lo acompañan el Congreso y el Tribunal Supremo. Más probable es que, al ejercer el “derecho al pataleo” se generen disturbios y violencia, para lo cual el presidente cuenta con levas de supremacistas. Otro peligro es la secesión que puede ocurrir, gane o pierda.

En 1861, once del sur se separaron de la Unión y se desató la Guerra Civil (1861-1865). Las causas del conflicto fueron diferencias económicas entre los estados del sur y del norte derivadas del carácter agrícola de los primeros que exportaba sus producciones, realizadas por esclavos que no percibían salarios, mientras obtenían del norte manufacturas, alimentos, servicios y apoyos federales que eran generados por trabajadores libres con costos más elevados. De este modo el Norte subsidiaba al Sur. A ello se sumó el abolicionismo norteño que rechazada la esclavitud por motivos humanitarios y sociales.

Por décadas se fomentaron debates y contradicciones que afectaban la política interna e incidían en el proceso mediante el cual, en calidad de estados nuevos territorios se incorporaban a la Unión. Las diferencias trataron de zanjarse con paliativos como el “Compromiso de Missouri (1820) y la Ley Kansas-Nebraska (1854). Tales entendimientos fueron dinamitados por la Guerra Mexicano- Estadounidense que modificó las fronteras norteamericanas.

Mientras unos estados eran admitidos como libres de la esclavitud, como California en otros como Utah, Nuevo México, Nebraska y Kansas, se aceptó que fueran ellos mismos quienes decidieran la posición respecto a la esclavitud, lo cual fue rechazado por el Norte. En 1857 el Tribunal Supremo dictaminó que “la Constitución de Estados Unidos no daba autoridad al Congreso para prohibir la esclavitud”.

En las lecciones de 1860 fue electo Abraham Lincoln, contrario a la esclavitud, lo cual precipitó la separación de Carolina del Sur, Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana y Texas, cosa que Lincoln consideró ilegal. El 12 de abril de 1861 la artillería sureña abrió fuego contra el fuerte Sumter. Lincoln envió tropas, Virginia, Arkansas, Carolina del Norte y Tennessee se sumaron a la secesión y comenzó la Guerra Civil.

Los Estados Unidos de hoy, una nación que, aunque más madura y con instituciones más establecidas, está otra vez dividida, políticamente entre Demócratas y Republicanos, más exactamente entre trumpistas y anti trumpistas, socialmente entre blancos y negros, en rigor entre negros y racistas. La sociedad presenta además profundas diferencias entre ricos, clases medias y pobres de todos los colores.

No obstante, la gravedad y peso específico de tales contradicciones, no parece que ninguno de estos desencuentros ni todos juntos, sean suficientemente antagónicos como para desatar una guerra civil como en épocas de Abraham Lincoln, lo cual es una buena noticia. La desestabilización de los Estados Unidos tendría consecuencias planetarias y sería una catástrofe que pudiera cambiar el curso de la historia de la humanidad. ¿Se imaginan el reparto del pastel?

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