Por Gabriela Cuevas
La próxima semana se inaugurará el 75 periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En medio de las difíciles circunstancias que hoy atravesamos, este también será un momento para conmemorar a las Naciones Unidas. No perdamos de vista que la Organización surgió después del inmenso sufrimiento humano que provocó la Segunda Guerra Mundial. La lección fue clara. Para no repetir semejantes tragedias, resultaría indispensable que empezáramos a privilegiar la búsqueda de acuerdos en lugar del conflicto armado.
Esa noble intención de elevar a la condición humana inspiró la fundación de las Naciones Unidas hace 75 años. Ahora, la necesidad ciertamente es más vigente que nunca. Pero las intenciones no bastan para construir realidades. También debemos pensar cuál es el multilateralismo que queremos. Partamos de un principio básico: las decisiones siempre tienen que estar centradas en las personas. En última instancia, ellas serán las que verán su trascendencia en sus vidas diarias. Es por esa razón que el multilateralismo no puede prescindir del parlamentarismo.
Quienes tenemos el privilegio de ocupar un escaño también tenemos el deber de hablar por los intereses y necesidades de las personas a las que representamos. Esta responsabilidad también incluye hacerlo ante las instituciones internacionales.
Asimismo, si bien hay que reconocer que hay transparencia en los organismos multilaterales, hay que ir un paso más allá: se necesita avanzar hacia una rendición de cuentas que sea mucho más centrada en los ciudadanos. El parlamentarismo puede realizar valiosas aportaciones en este sentido.
Por mucho tiempo, la Unión Interparlamentaria ha trabajado arduamente para que exista una fuerte y significante dimensión parlamentaria en la gobernanza global. La Unión Interparlamentaria es el único organismo internacional que agrupa a los representantes legislativos del mundo (179 países), con la concomitante capacidad de convocarlos para deliberar y tomar acción a nivel nacional sobre los asuntos más apremiantes de la agenda internacional.
En las palabras de la Declaración que adoptamos por consenso en la Quinta Conferencia Mundial de Presidentes de Parlamento: “Las decisiones tomadas en un marco multilateral en el que nuestros parlamentos hacen oír su voz son más democráticas, más inclusivas y más sostenibles”. Este año no será la excepción. Como en otras ocasiones, vamos a llevar el mensaje de la Declaración ante la Asamblea General.
La Declaración es un texto que refleja un consenso de parlamentarios de todo el mundo, que además es vigente por su llamado a la acción con respecto a la igualdad de género, el cambio climático, el desarrollo sostenible, o la defensa de los derechos humanos y de la democracia, por mencionar algunos ejemplos.
La significancia de esto no es menor. Por un lado, se trata de una muestra de apoyo en términos claros al sistema multilateral y a las Naciones Unidas por parte de representantes populares de todas las regiones del mundo en el momento en el que más se necesita. Por otro lado, también es un testimonio de la estrecha relación entre la Unión Interparlamentaria y las Naciones Unidas, una relación que destaca por hacer el sistema multilateral uno más democrático e incluyente.
El multilateralismo no puede ser algo percibido como lejano y ajeno a la realidad del día a día de las personas. Al contrario, debe ser sensible a sus demandas. Para dar con las respuestas concertadas que necesitamos, no puede dejar de lado, por ejemplo, las justas exigencias que manifiestan mujeres de todo el mundo en términos de igualdad de género. Por lo tanto, el parlamentarismo resulta imprescindible para que tengamos el multilateralismo que queremos: uno que sea más cercano, democrático, incluyente y sostenible.
Twitter: @GabyCuevas