Opinión

Por Alfredo García

El líder opositor venezolano, Henrique Capriles, asombró con el anuncio de que está dispuesto a participar en las elecciones parlamentarias previstas para el próximo 6 de diciembre, dejando pasmada la consigna de abstención electoral del espurio “presidente”, Juan Guaidó, al invitar al electorado venezolano a movilizarse para intervenir en los comicios. “Este no es un régimen democrático, pero si deja una rendijita tenemos que meter la mano, para luego meter el pie”, declaró.

Capriles es un político y abogado venezolano, dirigente del partido, Primero Justicia, ex gobernador del Estado Miranda, candidato a la presidencia de la República en dos ocasiones y sentenciado por la justicia venezolana por incitar a la violencia. En una transmisión por redes sociales, Capriles criticó a Guaidó y expuso su estrategia de “abrir camino” con la convocatoria electoral. “Hay una desconexión mayor entre la clase política y el pueblo en la calle. La gente no se expresa mal solamente del régimen, se expresa mal también de nosotros en la oposición”, señaló. “En la medida que la gente es más pobre, lo único que le va a quedando es el voto y lo que los políticos debemos hacer, es pelear para que existan las condiciones para ejercer ese derecho. Es lo menos que podemos hacer”, aseguró Capriles.

A partir del triunfo electoral del presidente, Hugo Chávez, en diciembre de 1998, la injerencista, National Endowement for Democracy, NED, institución financiada por el Congreso de EEUU, comenzó a apoyar con recursos millonarios y asesoramiento político a los partidos opositores: Primero Justicia, Acción Democrática, COPEI, Movimiento al Socialismo y Proyecto Venezuela; a unas 19 ONG apéndices de los partidos opositores y a 5 gobernadores críticos de Chávez. Sin embargo, bajo el gobierno de Bill Clinton, la NED se comportó con relativa prudencia.

A partir de la embestida republicana de George W. Bush en 2001, la injerencia de la NED en Venezuela se hizo más extremista. Cuatro meses después de su llegada a la Casa Blanca, Bush promovió un golpe de Estado a través de la NED y su aliado local, SUMATE, liderado por la ex diputada, María Corina Machado, sumiendo al país bolivariano en el caos político y económico. Desde entonces la política norteamericana hacia Venezuela, ha sido un desfachatado ejemplo de intervención en los asuntos internos de un Estado soberano, con el dejar hacer de la OEA y la ONU.

Aunque dirigida por la CIA, la estructura de la NED está formada por funcionarios republicanos y demócratas, que no siempre coinciden en sus métodos para influir en gobiernos que resultan incómodos para la Casa Blanca. La acrobacia política de Capriles sería impensable, sin el apoyo del Partido Demócrata, frente a la opción confrontacional republicana de Guaidó y sienta las bases para un eventual triunfo electoral del candidato, Joe Biden, en noviembre, donde los demócratas pueden inclinar la balanza en la NED en  busca de una justa solución política al dilema venezolano.