Opinión

Hay vacunas para compartir, prestar y donar

Estados Unidos es el país con el promedio de vacunación diaria contra el COVID-19 más alto del mundo y el que tiene mayor número de dosis administradas, una buena noticia toda vez que es el número dos en muertes y contagios. Está inyectando 2.4 millones de dosis diarias, más del doble de la meta original. Cerca de 109 millones han sido administradas.

A ese ritmo, alcanzará la añorada inmunidad de rebaño en cinco meses. El doctor Anthony Fauci ha dicho que será realidad cuando entre 70 y 80 por ciento de la población esté plenamente vacunada.

La campaña de inoculación en otras partes del mundo, sin embargo, va retrasada en gran parte por el acaparamiento y porque la oferta sigue siendo inferior a la demanda. Setenta y cinco por ciento de la producción de dosis total ha sido pre comprada por países de alto y mediano ingreso, que representan 16 por ciento de la población mundial.

Canadá, Estados Unidos, Italia, Reino Unido y Alemania, son los mayores acaparadores en un grupo de 11 países que incluye a México, con 74 millones de dosis extras. Como medida preventiva en medio de la pandemia, cuando no se sabía cuáles de las vacunas iban a funcionar o cuándo serían aprobadas, los gobiernos compraron mucho más de lo que necesitaban. Estados Unidos, país que a diferencia de sus vecinos produce vacunas, tendrá un sobrante de 1.2 mil millones de dosis en julio.

La revista Science estimó que, en uno o dos años, la suma del excedente de esos 11 países bastaría para dar cobertura a 2.9 mil millones de personas en los países pobres que carecen de acceso a la vacuna. Pero por ahora, ningún país tiene almacenes repletos de vacunas que no necesita. De hecho, muchos europeos no podrán disponer de sus excedentes hasta finales de año, debido a que siguen sin poder capotear la pandemia (“Countries now scrambling for COVID-19 vaccines may soon have surpluses to donate” 09/03/2021).

La semana pasada, Biden afirmó por enésima vez que no compartirá nada antes de terminar de vacunar a toda la población estadounidense elegible (260 millones). Tras anunciar la compra de 100 millones de dosis de la nueva vacuna Johnson & Johnson, señaló que “si es que tenemos un excedente”, será compartido con el resto del mundo. “Ya decidimos que vamos a trabajar con la iniciativa COVAX, nos hemos comprometido con 4 mil millones de dólares para ayudar a obtener el financiamiento”.

Un día después de tomar posesión, Biden anunció la participación de EU en COVAX, iniciativa internacional liderada por la Organización Mundial de Salud (OMS), creada para hacer frente a las disparidades en la distribución y acceso a la vacuna. Trump rechazó participar, pese a que el Congreso aprobó desde el año pasado 4 mil millones de dólares de fondos de emergencia para COVAX.

Al menos en dos ocasiones el presidente López Obrador ha pedido a Biden compartir dosis. En la reunión virtual a principios de mes AMLO le propuso prestara dosis a México que este pagaría cuando recibiera los lotes que pre compró. La respuesta fue la misma: primero nuestros ciudadanos.

Funcionarios estadounidenses han dicho que, aunque la prioridad es “poner inyecciones en los brazos” de los estadounidenses, Biden reconoce la necesidad de ayudar a México, toda vez que la propagación del virus no se detiene en la línea fronteriza.

Sin embargo, consideran que por ahora es prematuro. Si Biden empezara a enviar vacunas a México antes de vacunar a todos en su país, dicen, probablemente muchos protestarían.

Es lógico que los países quieran priorizar la vacunación de sus ciudadanos. El problema es que Biden no ha dicho cuándo y cuánto va a compartir. O si va a compartir. Qué hace más adelante con el enorme dote que está acumulando pondrá a prueba su grandilocuente anuncio de que el liderazgo mundial estadounidense está de regreso.

Canadá, como México, también va rezagado en la campaña de vacunación. El país ha administrado 7 dosis por cada 100 habitantes, con un promedio diario de 77 mil. A ese ritmo, será hasta septiembre que pueda tener vacunada a toda su población adulta. EU está administrando diariamente cuatro veces más per cápita que Canadá.

Al igual que México, el problema de Canadá, que compró 188 millones de dosis extras, es el retraso en las entregas. La mayor parte de dosis no llegarán hasta el segundo trimestre del año. Los problemas de producción en las plantas europeas de Pfizer y Moderna han complicado exportarlas. Canadá también ha tendido que aceptar dosis de COVAX.

El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud diagnosticó la pandemia de COVID-19. El mundo se detuvo: negocios y escuelas cerraron, las calles y aeropuertos se vaciaron y la gente se encerró. El desempleo aumentó. Las personas cayeron en depresión y los divorcios se multiplicaron. La crisis de salud dejó ver la vulnerabilidad de la humanidad ante fenómenos imprevistos y difíciles de controlar.

En medio de la desolación, la ciencia volvió a salir al rescate. Con inusual rapidez, pero sin quemar etapas, investigadores y científicos dieron al mundo varias vacunas contra el COVID-19. En Estados Unidos, se han aprobado tres: Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson.

Los gobiernos pusieron en marcha la campaña de vacunación más ambiciosa de todos los tiempos. En esta primera etapa, se han administrado 374 millones de dosis en 123 países a un ritmo aún insuficiente de 9 millones diarias.

Cincuenta y dos semanas, 2.6 millones de muertes y 120 millones de contagios después, empieza a asomarse la luz al final del túnel. Salir de él demandará que los países acaparadores muestren generosidad y empatía con los menos afortunados.

“Esto (la pandemia) no es algo que podemos frenar con muros, no importa que tan alto se construya un cerco o un muro. Así que, en última instancia, no vamos a estar a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo”, dijo Biden tras la compra de 100 millones de dosis más.

Acertó en el diagnóstico, pero no dijo cómo iba a curar al paciente. No prometió compartir el gigantesco excedente que tendrá disponible en unos meses. La integración de las comunidades fronterizas y transfronterizas es una realidad ineludible que se impone sobre la política y los egoísmos. Nadie está a salvo hasta que el vecindario esté a salvo.

Por: Dolia Estévez