Cuando creíamos que habíamos visto todo lo posible, la realidad nos depara nuevas sorpresas: por segunda vez en la historia de los Estados Unidos, el catolicismo romano, la segunda minoría religiosa después de los protestantes, tiene un presidente católico, devoto, que asiste puntualmente a misa todos los domingos y a modo de pulsera lleva un rosario de su hijo mayor fallecido que adquirió en la mexicana Basílica de Guadalupe. Joe Biden, el primero del nuevo milenio, está a punto de ser expulsado de su iglesia por apartarse de las enseñanzas de la misma. Su programa político incluye la interrupción del embarazo y el respeto a los derechos de la Comunidad LGTBIQ+ y está dispuesto a cumplir con sus promesas de campaña.
El conservadurismo eclesiástico de la mayoría de la Jerarquía estadounidense no emociona a sus feligreses que están saliendo del asombro y la vergüenza de los escándalos de pederastia clerical y los abusos contra niños indígenas en el vecino Canadá. La misma jerarquía que encubrió delincuentes institucionales, ahora se lanza contra el presidente Biden.
Realmente el problema no es Biden solamente, sino golpear las relaciones entre el Vaticano, dirigido por Francisco y la nueva Administración, que está desmantelando el aparato creado por el neoliberalismo de los republicanos y aplica políticas, que en otros países las derechas vernáculas denominan populismo.
La Iglesia norteamericana ha cortado sus importantes donaciones al Vaticano y la crisis de la Iglesia alemana, principales sostenes de la Santa Sede han obligado al Vaticano a recortar sueldos y otros gastos. El apoyo al aborto y a las reivindicaciones LGTBQ+ son lo que aparece formalmente como el factor del conflicto, pero el asunto principal son las políticas del Papa Francisco que están revolucionado al catolicismo, proponiendo asumir los cambios culturales de la mayoría de los católicos, quienes ni aceptan ni aplican las enseñanzas de la Jerarquía católica que se resiste a entender las nuevas necesidades y requerimientos culturales de su feligresía. Esa es la confrontación que está orillando a un cisma de las proporciones de la Reforma Luterana del Siglo XVI.
¿Cuál es el programa de la derecha católica norteamericana? El Concilio Vaticano II planteó una renovación institucional que fue impulsada por los papas Juan XXIII y Paulo VI, la cual fue desmantelada por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Francisco intenta encarrilar y renovar la milenaria institución regresando a las propuestas progresistas del Concilio. Los conservadores católicos no están interesados en la Biblia sino en la Tradición de la Iglesia, un conjunto de usos y costumbres consagrados por los documentos y encíclicas de los papas conservadores.
El 75% de los obispos norteamericanos encabezados por el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez Velasco, del Opus Dei, está empecinado en excomulgar al presidente Biden para golpear las estrategias geopolíticas de Francisco, con nostalgias de la gestión de Donald Trump ¿Cuál será la estrategia de Francisco? Muy a su estilo probablemente, lo tendremos de visita en México, Canadá y Estados Unidos y le dará personalmente la comunión a Biden. El Papa es muy creativo en situaciones de conflicto y tiene mucha experiencia para movilizar a sus feligreses al margen de los obispos.
Por Elio Masferrer Kan