Opinión

Confinamiento y Sustancias

El confinamiento sanitario por la pandemia de COVID-19 potencializó y visibilizó situaciones que ocurrían dentro del hogar y que se habían quedado, hasta entonces, detrás de las paredes de la privacidad. Al menos tres aspectos merecen especial atención, y se presentaron justamente en ese orden a partir del transcurrir de los meses pandémicos: la violencia familiar —en particular la padecida por mujeres, niñas, niños, adolescentes y adultos mayores—, las afectaciones a la salud mental y el consumo de sustancias psicoactivas. El Informe sobre la Situación de la Salud Mental y el Consumo de Sustancias Psicoactivas en México 2021, elaborado por la Conadic, revela que el consumo de alcohol registró un incremento del 20% en los meses de confinamiento. Y entre las razones destacan el estrés, asilamiento, ansiedad y las preocupaciones. En el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México advertimos que los reportes a la Línea de Seguridad y el Chat de Confianza (55 5533 5533) revelaban desde abril del 2020 un aumento consistente en los casos de violencia familiar, que alcanzaron su punto máximo en marzo y abril de este año, con 642 y 588 llamadas respectivamente. Las solicitudes de apoyo psicológico, que revelan la necesidad de atención a la salud mental de las personas, también comenzaron a crecer a partir de abril de 2020 y repuntaron en el último trimestre de ese año, con su pico máximo en mayo pasado con 5 mil 769 atenciones. Estos incrementos reflejan una mayor cultura para reportar las situaciones críticas en el hogar, la revaloración a la salud mental y la búsqueda de espacios de apoyo y atención. Los datos del Consejo Ciudadano indican un aumento sostenido en las solicitudes de apoyo por adicciones a partir de julio del año pasado. Incluso, al primer semestre de este 2021 estas atenciones crecieron 140% en comparación con el mismo periodo del 2020. La sustancia más consumida es el alcohol. El confinamiento y la pandemia modificaron sustancialmente los hábitos de vida y de consumo familiares y personales. Estudiarlos es tarea de instituciones públicas y organismos sociales. Su atención es un deber colectivo. Ahora sabemos que el aislamiento y la triplicación de tareas —principalmente en las mujeres que han enfrentado roles de madres, esposas, cuidadoras, educadoras, entre otros— generaron afectaciones emocionales. La pandemia presenta actualmente una nueva fase de repunte con modificaciones en los Semáforos Epidemiológicos de las Entidades. El llamado es a no bajar la guardia en los cuidados de la salud física, pero debemos también reforzar la atención a la salud mental.

Por Salvador Guerrero Chiprés