Se puede decretar la fecha en que ocurrirá. El presidente dio ya sus argumentos: instruirá a la SEP y la secretaria habrá de emitir las normas y condiciones para que se lleve a cabo el retorno presencial a los planteles a finales de agosto, porque es “la mejor terapia”. Falta un mes. ¿Será que sí, así de fácil y en todos lados?
Los que al ras del aula advierten la complejidad del tema han escrito al respecto y es preciso escucharlos. En el portal digital dedicado a temas educativos, Educación Futura, y en otros espacios en internet se pueden consultar muchos aportes. Retomaré, para esta columna, los argumentos centrales de uno de ellos como ejemplo de su importancia, pues combinan y relacionan la experiencia cotidiana con el saber especializado.
Rogelio Javier Alonso Ruiz, profesor colimense, en su blog proferogelio.blogspot.com publicó el 21 de julio un análisis sobre el periodo extraordinario de recuperación que se indica en el calendario escolar del próximo ciclo. Irá del 13 de septiembre al 23 de noviembre de este año, para nivelar “los aprendizajes que no se consolidaron durante el cierre físico de las escuelas”. Son 46 días, advierte, y si fuese posible que la mitad se presentara en las aulas cada día, las labores presenciales se reducen a 23 per cápita. Sabe que no se trata de compactar, en ese lapso, el grado anterior atendido a distancia, sino de “una acción para asegurar los aprendizajes medulares” y se pregunta si alcanza el tiempo para ello.
Afirma que la respuesta será distinta “de una escuela a otra, e incluso de un alumno a otro, en función de las condiciones que se tuvieron para aprender en casa”. Las autoridades, nos informa, han señalado que estas actividades de recuperación se harán en paralelo con el desarrollo del contenido propio del nuevo curso y, de nuevo, cuestiona si será posible, en todos los casos y de la misma manera, ese llamado “empate” de las dos actividades.
Aporta en su texto ejemplos de otras modalidades para atender situaciones semejantes en Uruguay y Argentina, que se caracterizan por zafarse de la idea de grados, y pensar en “promover metas por tramos y lógica de ciclos” (trayectos más largos de aprendizaje) para dedicar tiempo suficiente a recuperar y consolidar lo fundamental que dañó, por la pandemia, el cierre de los planteles en México durante más de un año. Inquiere: ¿(No) “sería mejor olvidarnos de un periodo específico de recuperación y reacomodar, en general, los grados del siguiente ciclo escolar y su contenido para favorecer la transición de los estudiantes?”.
El Profe Rogelio considera indispensable las orientaciones de las autoridades educativas “y acciones, por parte de los colectivos escolares, que apunten hacia una reorganización curricular y jerarquización de los aprendizajes más importantes” en lapsos que superen la duración de los acostumbrados grados y asignaturas.
Concluye: “Pese a los esfuerzos notables de muchos estudiantes, padres de familia y maestros por mantener vivo el aprendizaje, no se puede negar que en muchos contextos de nuestro país la escuela sufrió un golpe duro del cual le costará levantarse, con paciencia y capacidad profesional, en un plazo que va más allá del 23 de noviembre, fecha que el calendario del próximo ciclo escolar marca como el fin del periodo de recuperación”.
Esta es una invitación para que leamos lo que piensan y proponen quienes sí son especialistas en la educación en el país. Suben un tren: subamos a sus vagones. ¿Comprará boleto la SEP? Hay en taquilla.