Opinión

Los cancilleres que llegaron a la Presidencia

Arturo Rocha escribió un texto en un medio extranjero en que refutaba a una autora exigiendo, entre otros elementos, “una lectura histórica más exhaustiva”. Este artículo me dio el impulso de regresar a otro de ya hace algunas semanas, titulado “Ebrard debe renunciar”, que en su primer párrafo sostiene “Hasta ahora, todos los candidatos a la Presidencia de la República que han sido secretarios de Relaciones Exteriores han fracasado.”

Este error histórico sólo introduce otros tantos despropósitos en aquel texto. Como historiador e internacionalista creo oportuno no sólo traer a la memoria a los secretarios de Relaciones Exteriores que posteriormente fueron presidentes, como José María Bocanegra, Sebastián Lerdo de Tejada, en el siglo XIX, y Francisco León de la Barra, Francisco S. Carvajal en la pasada centuria, sino abordar con alguna puntualidad el caso de alguno de ellos para planear algunos paralelismos, que no determinismos, con la situación actual del canciller y también aspirante a la Presidencia, Marcelo Ebrard Casaubon.

Empecemos por Lerdo de Tejada, miembro del grupo liberal que combatió a los conservadores y a la Intervención Francesa. En 1857, cuando ese sector político llegó al poder con Ignacio Comonfort a la cabeza, Tejada ocupó por primera vez la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y también fue magistrado del Supremo Tribunal de Justicia. Cuando Benito Juárez fue Presidente, Sebastián era diputado. En cuanto terminó su encargo se integró al gobierno juarista en tres distintas carteras Justicia, Gobernación y Relaciones. Cuando Juárez tuvo que dejar la capital y establecer la República itinerante, Lerdo marchó con él, volviéndose uno de sus más cercanos colaboradores. En ese punto, el Benemérito de las Américas tenía en el político veracruzano a un funcionario polivalente y de lealtad comprobada. Podríamos decir que la relación Marcelo Ebrard-López Obrador se parece mucho a la de ese momento entre los personajes aludidos.

Durante el Imperio de Maximiliano y hasta la República Restaurada, Lerdo siguió teniendo importantes encomiendas y tras el triunfo de los liberales, volvió a ocupar la SRE, Gobernación, presidió la Suprema Corte y posteriormente volvió como legislador. En 1871, tras algunos años fuera del gabinete de Juárez decidió disputar la Presidencia al mismo Presidente y a Porfirio Díaz, perdiendo la elección. En 2012, Ebrard participó en la carrera interna del movimiento de izquierda para ser candidato a la Presidencia, sin embargo, acató los resultados desfavorecedores ante Obrador. En 1872, tras la muerte de Juárez, Lerdo de Tejada fue Presidente interino, primero y, Presidente electo después.

Otro caso útil para los propósitos de este texto es el de Francisco León de la Barra, quien en 1910 era embajador de México en Washington y, en medio de la crisis del porfiriato por la Revolución Mexicana, fue llamado por el general Díaz para ocupar la SRE. Ese movimiento fue un mensaje inequívoco de que, en caso de que el Presidente dejara el poder, su canciller asumiría dicho cargo debido a que así lo estipulaba la Constitución de 1857. Cabe señalar que esta previsión constitucional le dio una tremenda importancia al cargo de Secretario de Exteriores hasta que la Constitución de 1917 eliminó ese principio.

Tras los acuerdos de Ciudad Juárez, Madero y el porfiriato aceptaron que León de la Barra fuera Presidente interino para que, entre otros propósitos, convocara a elecciones. Era un perfil aceptado también por el maderismo, una figura de conciliación. El canciller de la Barra era un político de confianza para el régimen porfiriano y un personaje reformador y moderado, muy parecido a Francisco I. Madero. En el actual contexto de polarización en el país, en donde alguna parte de la clase media se ha alejado de la 4T, me pregunto ¿quién sería un candidato de mayor cohesión y conciliación desde la izquierda, Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard?

Revisados los casos de Lerdo de Tejada y León de la Barra, surgen diversas reflexiones sobre el papel y peso de Ebrard en la 4T y en la valoración del Presidente. Es innegable que López Obrador lo conoce perfectamente como colaborador y político que lo ha acompañado la mayor parte de su trayectoria, en ocasiones de manera muy cercana, en otras, con mayor distancia, pero nunca desde la confrontación. Ebrard fue la única incorporación nueva al gabinete que Obrador había anunciado desde el inicio de su campaña. Posiblemente, tres elementos fueron determinantes para que Andrés Manuel designara a Ebrard en la SRE: 1. Que sea internacionalista y que hubiera sido subsecretario en ese Dependencia con Camacho Solís; 2. Que Héctor Vasconcelos fuera un perfil relativamente dócil para aceptar el cambio de Obrador e integrarse al Senado; 3. Colocar al actual canciller en una Secretaría más poderosa hubiera sido un mensaje prácticamente igual al que Díaz dio con el nombramiento de León de la Barra, lo cual le hubiera producido muchas tensiones al interior de la 4T y gran desgaste a Ebrard; designarlo en una dependencia de menor lustre hubiera significado precisamente el mensaje contrario, desaire que no iba a suceder.

En este contexto, el integrante de la 4T en valoración, para con base en su papel en el encargo aquilatar una posible candidatura para la Presidencia es Claudia Sheinbaum no Marcelo Ebrard. El Presidente sabe perfectamente las capacidades profesionales y políticas de su actual canciller, así como sus aspiraciones presidenciales. Si hubiera estado en contra de ellas, Ebrard no sería hoy en día Secretario de Estado. De tal forma, la tesis del favoritismo Presidencial por la jefa de Gobierno hay que tomarla con pinzas. Claro que el caso de la Línea 12 puede influir en las predilecciones de Obrador y la 4T respecto a quién será su abanderado para 2024. Sin duda, los dictámenes e investigaciones podrían determinar políticamente de quién es la responsabilidad mayor en esa tragedia o de quién la culpabilidad de articular un expediente con fines de golpeteo político.

Por Erik Del Ángel Landeros