Opinión

¿Habrá Presidente de izquierda en Colombia?

Las elecciones presidenciales tendrán lugar el 28 de mayo y, si hay segunda vuelta, el 29 de junio. En marzo se realizarán las de senado, cámara, asambleas departamentales y concejos municipales.

El izquierdista Gustavo Petro, precandidato en términos estrictamente técnicos, pero en la práctica ya candidato, puntea en todas las encuestas. Hace parte de la coalición Pacto Histórico en la que participan una muy fuerte líder social de las negritudes, Francia Márquez, y Camilo Romero, del exM19, quien fue gobernador de Nariño. Deberá someterse a votación para elegir al candidato que participe en las presidenciales, pero se da por hecho que será él. Fue candidato presidencial en el 2018 y pasó a segunda vuelta con más de 8 millones de votos y fue vencido por el actual presidente, Iván Duque, el designado por el expresidente Álvaro Uribe y quien lo superó por 2 millones.

Su campaña empezó hace cuatro años, luego de su derrota, con lo cual les lleva una ventaja a los demás candidatos que aún deben ganar, sin certeza de su triunfo, en sus coaliciones.

Estas son: la coalición de centro, Centro Esperanza, en la cual participan el exrector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, Ingrid Betancur, conocida por el secuestro a que la sometieron las FARC, y Juan Manuel Galán, hijo del líder del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán, asesinado por la mafia. Fajardo, a pesar de su derrota por Petro, parecía ser el de mejores posibilidades de este grupo pero, como veremos más adelante el exrector lo superó.

En la coalición Equipo Colombia, de derecha, participan el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez, el candidato del Centro Democrático (partido de gobierno del expresidente Uribe), Oscar Iván Zuluaga, quien fue su ministro de Hacienda y Álex Char, exalcalde de Barranquilla, quien nunca habla de sus propuestas ni hace análisis políticos; se limita a hablar de las obras de su gobierno y dice que es un hombre de resultados. No participó en el cara a cara. Otros dos candidatos de esa agrupación renunciaron porque vieron inviables sus candidaturas.

Está también un candidato independiente, exalcalde de Bucaramanga, imposible de encasillar ideológicamente: ha dicho que es admirador de Hitler y cuando le reclaman dice que lo confundió con Einsten, les recuerda las progenitoras a sus contradictores, amenaza con pegarles tiros y proclama que es un adalid anticorrupción. Su lenguaje agresivo recuerda al de Álvaro Uribe y sus gritos le han conquistado un altísimo respaldo, hasta el punto de que muchos dicen que es posible que llegue a segunda vuelta y la última encuesta parece confirmarlo.

El martes 25 se realizó un cara a cara de todos estos candidatos. Como era de esperar, Petro fue convincente; respondió a los cuestionamientos sobre su propuesta económica y de seguridad, que corresponderían fácilmente a cualquier socialdemocracia y a su vez devolvió los ataques que le hicieron todos menos su aliada Francia Márquez, calmadamente como hicieron todos, porque fue un debate bastante civilizado.

Ingrid hizo hincapié en su calidad de víctima del secuestro y no concretó su propuesta de acabar con la corrupción como base de todos los males del país. Francia Márquez le recalcó uno de sus talones de Aquiles diciéndole que no se puede venir al país cada cuatro años y pretender solucionar sus males; que este país está lleno de víctimas y que el secuestro no está por encima del asesinato de líderes sociales y los crímenes de violencia contra las mujeres que se viven en los territorios.

Zuluaga salió en defensa de Álvaro Uribe, criticó a Petro por llamarlo “paramilitar”, y dijo que a esas acusaciones se debía que ahora por donde vaya el expresidente le griten “paraco”. Esto hace referencia a que el expresidente, que llegó a tener el 89 por ciento de popularidad en su primer mandato, en este momento no pasa del 16 por ciento y a donde llega a hacerle campaña a su candidato lo sacan a gritos de “paraco” (paramilitar) y “asesino”. Es lastimoso hasta para quienes rechazamos su pensamiento y obras.

En cuanto a la paz, Petro y Francia proponen ampliarla al ELN, Zuluaga al igual que Uribe dice que paz sí, pero no así, lo cual equivale a decir que no; Rodolfo y Gaviria le exigirían que se sume a lo acordado con las FARC; Gutiérrez igual y elogia a la fuerza pública. Ingrid insiste en su carácter de víctima y Rodolfo cuenta que la guerrilla secuestró a su papá y mató a su hija; a Gaviria le secuestraron a su hermano y mataron a su hermana, Petro señala que fue torturado en prisión y su madre está exiliada, y a Juan Manuel Galán la mafi a le mató a su padre: un país de víctimas.

Apenas terminado el encuentro se midió la aprobación de los candidatos con los siguientes resultados: Petro, 21 por ciento, Rodolfo Hernández, 18 por ciento, Alejandro Gaviria, 15 por ciento, Federico Gutiérrez, 11 por ciento, Juan Manuel Galán, 9 por ciento, Sergio Fajardo, 7 por ciento, Francia Márquez, 5 por ciento, Camilo Romero, 4 por ciento, Oscar Iván Zuluaga, 3 por ciento e Ingrid Betancur cero por ciento.

Petro se consolida como el puntero, se confirma el preocupante ascenso de Hernández, Fajardo pierde notoriamente e Ingrid Betancur no alcanza siquiera a figurar en la encuesta.

Aún falta definir los ganadores en cada coalición y en política es difícil dar certezas con tanta anticipación, pero hay datos dicientes: Petro le gana en la costa caribe a Alejandro Char, miembro de un clan muy cuestionado y poderoso y sigue consolidándose en todo el país mientras su más encarnizado enemigo; el expresidente Uribe ya se muestra perdido, vagando de abucheo en abucheo y su candidato con apenas un 3 por ciento de posibilidad.

Sus intentos de parecer campesino siendo un gran terrateniente, que tanto resultado le habían dado ya no surten efecto; el papel de pendenciero bravo se lo ha quitado Rodolfo Hernández, los procesos penales lo tienen empantanado y le han restado credibilidad a pesar de que la fiscalía actúa en sus casos más como su defensa que como ente encargado de la acusación y las confesiones de exjefes paramilitares en la JEP, que lo acusan de ser uno más de ellos, le han restado credibilidad.