Opinión

Petro y Francia, productos del trabajo duro

Así, como “aventura suicida”, calificó el presidente Gustavo Petro la ruptura de relaciones con Venezuela, rotas radicalmente durante la presidencia de Iván Duque, que intentó armar un cerco diplomático para tumbar a Nicolás Maduro.

Decir hermano país no es mera retórica. Para no hablar de nuestras historias de combates y logros comunes durante las luchas de independencia, en tiempos recientes la liberación de secuestrados por la guerrilla no se hubiera logrado sin la participación decidida y entusiasta del Comandante Hugo Chávez.

El presidente Álvaro Uribe Vélez tuvo durante su gobierno gestos inamistosos y aún groseros con el mismo que le había ayudado a alcanzar esos propósitos: luego de haberle pedido -y logrando- su ayuda, Chávez se enteró por los medios de comunicación de que había sido relevado de esa misión. Ningún protocolo de relaciones internacionales, ningún gesto de cortesía; sencillamente una patada a la mesa donde antes conversaban.

Cuando asumió la Presidencia Juan Manuel Santos, muy cautamente al inicio, porque parte de sus votos se los debía al apoyo de Álvaro Uribe, pero decididamente cuando ya se sintió seguro y con apoyos propios, declaró oficialmente que se proponía adelantar un proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC-EP- y solicitó para ello el apoyo del presidente venezolano a quien llamó “su nuevo mejor amigo”.

Santos, una persona eminentemente pragmática, sabía que sin el concurso del Gobierno venezolano es imposible intentar acuerdos de paz en Colombia con alguna perspectiva de éxito. No estoy descubriendo el mundo si digo que las guerrillas colombianas y en general grupos armados ilegales traspasan la frontera y en mayor o menor medida establecen campamentos del otro lado. Esto no comenzó con Chávez ni con Maduro; ha sido así desde que esos grupos existen en Colombia, con todos los gobiernos venezolanos; es posible que ahora su presencia allá sea más contundente, como lo es también acá. Pero es absurdo exigirle al Gobierno venezolano que los aniquile si aquí eso ha sido imposible hasta el momento por la vía de las armas.

La relación de Santos con Chávez ahondó la distancia de aquel con Uribe. Pero Santos persistió, Venezuela fue uno de los países garantes del dispendioso -y exitoso- proceso de paz con las FARC y ha mantenido su ofrecimiento de seguir acompañando los esfuerzos por la paz.

Apenas asumió la Presidencia, Duque manifestó su malquerencia a Maduro: organizó un concierto en la frontera con el pretexto de llevar ayuda humanitaria a Venezuela y lo convirtió en una verdadera declaración de hostilidades. Recibió a Juan Guaidó, que cruzó la frontera por las trochas ilegales conducido por paramilitares como si fuera el presidente constitucional, y declaró que Maduro tenía las horas contadas. La vida se encargó de la ironía: Maduro sigue en la Presidencia y Duque dejó la suya con un lastimoso 20 por ciento de imagen favorable.

Ahora Petro ha enfatizado la necesidad de cerrar esas trochas por donde se mueve la ilegalidad, se somete a los migrantes que se ven obligados a usarlas a toda clase de tropelías y con el comercio ilegal se van las ganancias de ambos países.

Luego de seis años de ruptura total, Petro ha pedido en su visita la reintegración de Venezuela al Sistema Americano de Derechos Humanos (sobre lo cual dijo Maduro: “he sido muy receptivo”) y se ha ofrecido como mediador con la oposición de ese país. Señaló la brutalidad criminal en las fronteras, pero no solo en Venezuela sino en el paso del Darién entre Colombia y Panamá, en México y en Europa. Petro no lo dijo por no ser necesario, pero está implícito el reconocimiento del chavismo como una fuerza política con arraigo en Venezuela y en ningún momento pretende que la instauración de la democracia en ese país implique sacar a Maduro a las patadas.

También propuso el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC), “la necesidad de llevar una posición común como América del Sur, como América Latina y el Caribe, a la COP27 en Egipto” que incluya los asuntos ambientales, el ingreso de Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) para lo cual solicitó el apoyo de Chile, Perú, Bolivia y Ecuador para que la acepten como miembro con todos los poderes, derechos y deberes. A ello se refirió Maduro diciendo: “Hemos conversado sobre los temas multilaterales, el reingreso de Venezuela a la CAN, buena noticia para Suramérica, buena noticia para la CAN”.

En la declaración conjunta celebran las reuniones de negociación entre el presidente Maduro y la oposición venezolana en México, paso indispensable para el avance de la democracia en Venezuela. Como en toda democracia, se incluye la exigencia de la celebración de elecciones libres, con garantías para la oposición.

Se acordó el nombramiento de cónsules de ambos países para tramitar los innumerables problemas que surgen de una frontera tan porosa, asediada por toda clase de criminalidad, con una migración que en Colombia ya pasa por más de dos millones y medio de venezolanos en condiciones precarias, y el narcotráfico que todo lo corrompe. Sobre este punto, Petro ha dicho que su énfasis no estará en combatir al último eslabón de la cadena sino a los grandes empresarios del crimen que lo nutren.

Petro llegó a hacer alianza con un Gobierno amigo que es además su vecino, con miras al desarrollo de la Paz Total, que abarca a todos los grupos ilegales armados, no solo el ELN y las disidencias guerrilleras y la justicia ambiental con énfasis en el cuidado y recuperación del Amazonas, pulmón del mundo, en lo cual muy seguramente lo acompañará el recién elegido presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil.