Opinión

AMLO a La Habana. El conde y la hija del molinero

El próximo mes de mayo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, visitará Cuba. Durante esa estancia pudiera dar continuidad a las sugerencias que realizó en la VI Cumbre de la CELAC en 2021 cuando propuso un nuevo enfoque continental en las relaciones con Estados Unidos. Ningún país estará tan atento a la idea como la Isla. En América Latina se requiere audacia para confrontar a Estados Unidos, también para promover avenencias con ellos.

Lo primero lo hizo Fidel Castro y lo segundo su hermano Raúl, quien en un audaz ejercicio político y diplomático avanzó hacia la normalización de las relaciones. Ambos líderes disfrutaron del apoyo del pueblo cubano necesitado, tanto de defender su independencia y sus conquistas sociales y políticas frente al imperio, como de mantener con el mismo relaciones civilizadas.

El Presidente de México, el país que primero confrontó la geofagia americana y pagó el más alto precio al enfrentar a los Estados Unidos, cosa que 172 años después sobrelleva, asumiendo la colindancia fronteriza y una intensa interrelación económica y demográfica logrando una provechosa complementariedad mediante una virtual integración económica, propone ampliar ese esquema a escala continental.

Según AMLO: “La CELAC... puede convertirse en el principal instrumento para consolidar las relaciones entre América Latina y el Caribe, y alcanzar el ideal de una integración económica con Estados Unidos y Canadá en un marco de respeto a nuestras soberanías; es decir, construir... algo parecido a la Comunidad Económica que dio origen a la actual Unión Europea”.

Sin teorizar, sin aludir a las asimetrías económicas y sociales, sin invocar diferencias políticas ni posiciones ideológicas o doctrinas y, sobre todo, sin el menor atisbo de confrontación, con su estilo caballeresco y un pragmatismo químicamente puro, Obrador propone la integración de América Latina con Estados Unidos.

Lo más curioso es que, contado por él parece posible. ¿Será? En ese cometido, el trecho avanzado parece más significativo que los obstáculos existentes; baste citar el hecho que la mayor parte de la clase política latinoamericana, el empresariado, los intelectuales, académicos y artistas y los militares, incluyendo elementos liberales, progresistas y sectores de centro-izquierda vernáculos, doctrinaria y filosóficamente afines a los norteamericanos, pudieran acceder a considerar la hipótesis de una integración económica con Estados Unidos.

No obstante, sin Cuba la idea difícilmente será funcional, de ahí que, para intentar avanzar, si no lo ha hecho ya, AMLO tendría que tantear el terreno en La Habana y luego confirmar la posición de Caracas y quizás la de Managua, donde probablemente haya más tantos a favor que en contra. No obstante, alguien puede recordar la fábula de la boda del Conde con la hija del molinero. Según cuentan los notables de la aldea consideraron que era buena idea casar a la hija del molinero con el conde y así lo decidieron.

Al respecto en un ambiente de júbilo realizaron todos los preparativos, incluso fijaron la fecha y corrieron las amonestaciones, hasta que alguien recordó que sólo faltaba hablar con el conde. ¿Lo habrá hecho Obrador? ¿Qué pensarán los Estados Unidos de la idea?