Opinión

La solución al conflicto entre Rusia y Ucrania deberá de comenzar con un alto al fuego y la congelación de las operaciones en las posiciones ocupadas

Un año después, tanto Rusia como Ucrania quisieran terminar la guerra, no sólo porque la paz es el más legítimo de los anhelos, sino porque la guerra es una tragedia humanitaria, es impopular, mal negocio y consume capital político. El problema es que no saben cómo hacerlo. Rusia no puede retroceder porque fue demasiado lejos y, para Ucrania, la rendición no es una opción, como no lo ha sido nunca para ningún país invadido. Rusia recuerda con orgullo que, con los nazis a 80 kilómetros, Joseph Stalin se negó a abandonar Moscú. Para que una solución sea justa y aceptable, deberá conllevar garantías materiales de seguridad para Rusia y preservar la independencia nacional de Ucrania y su integridad territorial.

Debido a lo distante de estas posiciones, la hoja de ruta deberá venir de afuera. Probablemente, mediante una fórmula análoga a la aplicada en la Guerra de Corea. En Corea, ante una situación de virtuales tablas, sin salida militar a la vista, y en la cual ninguno de los contendientes podía ser sacrificado en beneficio del otro, la Unión Soviética, que se las arregló para conservar cierto estatus de neutralidad, análogo a lo que hace hoy Turquía que, aunque es parte de la OTAN, actúa como interlocutor entre las partes.

En el 1953, el diálogo condujo a un armisticio, una fórmula criticada e incompleta pero eficaz. Aunque para que la paz en Europa se abra paso se necesita de la comprensión de los Estados Unidos; lo principal será la disposición y la determinación de Rusia y Ucrania, sobre todo del presidente Vladimir Putin, así como de la capacidad y la solvencia política de los mediadores y patrocinadores para formular propuestas concretas y viables y elaborar una plataforma aceptable para las partes.

Entre otros promotores y mediadores figuran los presidentes de Turquía, Recep Tallin Erdogan, Andres Manuel López Obrador, de México, Alberto Fernández, de Argentina, y Luis Inacio Lula da Silva, de Brasil, quien conversó sobre el tema con Emmanuel Macron, de Francia, Olaf Scholz, de Alemania, y Joe Biden, de Estados Unidos, y anunció que próximamente lo hará con el mandatario de China, Xi Jinping.

Con estos promotores, la paz en Ucrania pudiera asumir mejores perspectivas. La Guerra comenzó por seis razones: (1) Conflicto armado entre las fuerzas separatistas de la región de Donbass y el Gobierno de Ucrania. (2) Violación y desconocimiento de los acuerdos de Minsk del 2014 y el 2015. (3) Ocupación y anexión de Crimea. (4) Preocupaciones de seguridad de Rusia ante el probable ingreso de Ucrania a la OTAN. (5) Invasión de Rusia a Ucrania, y (6) Incorporación a Rusia de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.

Necesariamente, la solución del conflicto deberá comenzar por un “alto al fuego” y la congelación de las operaciones en las posiciones ocupadas, con precisiones para evacuación de los heridos, la protección de los civiles y los intercambios de prisioneros. Al respecto pudiera crearse una “zona de interposición” ocupada por militares de una fuerza internacional de paz, desarmados o portadores de armas ligeras para su seguridad, personal médico y de intendencia para administrar la ayuda internacional en esa área.

El paquete de acuerdos pudiera incluir que, tanto Crimea como las repúblicas de Donetsk y Lugansk, no sean más ucranianas ni rusas, sino Estados independientes amparados por la Carta de Naciones Unidas. Tales Estados adoptarán la neutralidad, la renuncia a formar parte de organizaciones y/o tratados internacionales, principalmente la Unión Europea y la OTAN y a poseer fuerzas militares dotadas de armamentos pesados, aviación militar y marina de guerra.

Por su parte, Ucrania renunciaría al ingreso a la Unión Europea y la OTAN y a la fabricación, adquisición o emplazamiento en su territorio de armas ofensivas, especialmente nucleares, químicas o biológicas. Rusia asumiría el compromiso de no usar tales armas contra Ucrania.

Todos los países limítrofes con Ucrania deberán renovar el compromiso de respetar las fronteras vigentes. Tal vez estas fórmulas no sean exactamente la solución, pero de alguna manera habrá que comenzar y, una vez cesada las operaciones militares y restablecida la paz y restaurado un clima de confianza, habrá nuevas y excelentes oportunidades para la colaboración. Alguien debe tomar la iniciativa y avanzar propuestas concretas.