Opinión

En este análisis periodístico Guillermo Vázquez Handall nos habla sobre el sentido de lealtad de la Gobernadora de Quintana Roo, misma que siempre cuenta con un plan de respaldo para conseguir sus objetivos y no perder sus beneficios

Mucho se ha comentado respecto al muy particular sentido de la lealtad de Mara Lezama, la Gobernadora de Quintana Roo, sobre todo en materia política y los acuerdos que de ella se derivan; la parte que corresponde a sus afectos personales y de su intimidad, son otra cosa y eso no es objeto del análisis periodístico.

Desde que asumió la Presidencia Municipal de Cancún se ha puesto en entredicho el debido cumplimiento de sus compromisos y de la palabra empeñada, establecidos para alcanzar esa posición; sin embargo, habría que empezar por acotar que no es lo mismo ser Alcaldesa que Gobernadora.

Evidentemente, hay una enorme diferencia, y si bien es cierto que en esa primera etapa, con su respectiva reelección incluida, al menos era más cuidadosa, también lo es que lo hacía con esmero, porque entendía que incumplir en esa coyuntura podría haberle evitado ser candidata y a la postre, Gobernadora.

Pero ahora, ya con el poder y control bajo su mando, esa percepción se ha incrementado considerablemente, empezando por la dualidad de pertenencia partidista, que no termina de definir; unos días es de Morena y otros, del Verde Ecologista, según la conveniencia y el ánimo personal.

Circunstancia que llama poderosamente la atención, porque aun tratándose de partidos aliados, que ya han pactado cupularmente las posiciones que les tocaran a cada uno en la siguiente elección local y federal, se dice que la Gobernadora está planeando modificarlos a su antojo y beneficio; aún y cuando eso podría crear un sismo en la coalición nacional.

Fuentes cercanas a su entorno nos confirman textualmente que Mara Lezama siempre tiene un plan A, uno B y otro C, por cualquier cosa; pero que además los tiene en marcha simultánea los tres.

La disyuntiva en todo caso no son los cargos, sino las personas a las que quiere colocar en esas posiciones; esto sin distingo de a qué partido pertenecen, porque hay que apuntar dos aspectos esenciales en esa motivación.

El primer de ellos, su incapacidad de rodearse de gente talentosa, salvo muy contadas excepciones, ha cometido graves errores en la designación de sus colaboradores; digamos coloquialmente que no se le da muy bien escoger a sus funcionarios, por ende, es natural pensar que pasará lo mismo en la asignación de candidaturas.

El segundo argumento tiene que ver con su postura personal. Al asumir la Gubernatura consideró que ya no tenía necesidad alguna de encubrir su verdadero talante; la que vemos hoy no se comporta como lo hacía en su momento como Presidenta municipal.

La Mara Lezama Gobernadora es voluntariosa, impositiva, no acepta la crítica y tiene una clara tendencia hacia el autoritarismo; gobierna más en un ejercicio de raciocino y entendimiento de las circunstancias, bajo el influjo de sus deseos y pasiones.

La única manera en la que se le puede observar actuando con cierta lógica y mesura es cuando se ve obligada a hacerlo por eventualidades que la rebasan; aunque claro, más que una orientación genuina, se trata solamente de conveniencias, que algunos incluso consideran es hipocresía.

Un buen ejemplo de ello es que, hasta la semana anterior, tal vez derivado de los comentarios de esta columna al respecto, no había aportado nada de lo que había ofrecido en apoyo de la operación de la campaña de Claudia Sheinbaum, precandidata de Morena a la Presidencia de la República, a quien supuestamente respalda en la Entidad, de entre los tres aspirantes denominados las “corcholatas”.

Ahora bien, aunque eso nos informan que ya lo está corrigiendo, sin lugar a dudas porque le habrán llamado severamente la atención, por la omisión y la sospecha de un doble juego, existe otro antecedente que da mucho en que pensar.

Al inicio de su mandato, la Gobernadora incorporó casi en secreto a un personaje de nombre Cuitláhuac Bardan Esquivel como su asesor privado, personal y principal, en materia de publicidad y manejo de estrategia de medios de comunicación, comentando a quienes les informó del hecho, que a Bardan se lo había enviado, nada más y nada menos, que la propia Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

A pesar de la secrecía de la participación de Bardan Esquivel en esas asignaturas, y del anuncio a su círculo más cercano de quién se lo recomendó, la realidad es que los antecedentes profesionales del personaje hacen dudar que haya sido así.

Esto porque Bardan Esquivel siempre ha sido muy cercano al Canciller Marcelo Ebrard; de hecho, fue el Coordinador Ejecutivo del Gabinete, o sea Jefe de la Oficina de Ebrard cuando fungió como Jefe de Gobierno de la capital del país; es decir, un puesto de la más absoluta confianza.

Adicionalmente, hay que recordar que Bardan también se desempeñó como Jefe de la Oficina del exgobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, nos informan por recomendación del propio Ebrard.

No es cosa menor si analizamos que Cabeza de Vaca sostuvo durante su gestión un abierto enfrentamiento con el Presidente de la República, y que quien lo asesoraba en esa materia era, precisamente, Cuitláhuac Bardan.

Se dice que no hay que hacer cosas malas que parezcan buenas, o buenas que parezcan malas, se corre un riesgo mayúsculo y en este caso, más allá de cómo o por qué llegó este personaje a ser el superasesor de Mara Lezama, el asunto no pinta nada bien y, una vez más, como apuntábamos al principio, hay muchas dudas respecto del manejo de las lealtades políticas de la Gobernadora.

Si se trata de un doble juego o no, tal vez de una alianza alternativa, porque lo que es difícil de creer es que se trate de una casualidad; esto solo exhibe un comportamiento que se viene volviendo habitual.

Desde esa perspectiva, como se dice en el argot, si camina como pato y hace como pato, es pato, pues, lo que en todo caso coloca el prestigio de Mara Lezama en grave entredicho.