Quienes creen que los gastos en que incurren Europa y los Estados Unidos en la guerra en Ucrania son excesivos (los de Rusia se desconocen), olvidan que las guerras, además de arrebatar por decenas, cientos de miles, incluso millones de vidas, arruinar la economía y destruir las infraestructuras y el patrimonio edificado, consume cientos de millones de toneladas de armas y pertrechos. La guerra además del más colosal desperdicio de recursos, es la más brutal aberración creada por la especie humana.
La escacez de armas y municiones en el frente ucraniano no es una novedad. Esa guerra se desencadenó después de 75 años sin confrontaciones armadas entre las grandes potencias, luego de casi 30 años del colapso de la Unión Soviética y de un período de avenencia entre ellas, lo cual ralentizó la producción de material bélico. En el 2022 la guerra en Europa no estaba en el horizonte y 12 meses no han sido suficiente para realizar la transición a la economía de guerra.
No es la primera vez que ocurre. Ningún país de Europa, incluida la Unión Soviética y tampoco Estados Unidos estaban preparados para enfrentar la maquinaria bélica de Alemania. El caso mejor documentado fue el de Estados Unidos que entre el 1940 y el 1942 emprendió la “reconversión” un proceso auspiciado por el Gobierno mediante el cual la empresa privada redujo al mínimo la fabricación de bienes de consumo para producir material militar. La industria automotriz produjo unos 86 mil tanques y carros de combate y casi 200 mil piezas de artillería.
El ataque japonés a Pearl Harbor en el 1941 determinó la entrada de Estados Unidos en la guerra, lo cual fue un acicate para la transición. Por añadidura, Norteamérica no tenía que preocuparse sólo por sus necesidades, sino también por la de sus aliados, especialmente Gran Bretaña y la Unión Soviética.
Para evadir las limitaciones impuestas por las leyes de neutralidad adoptadas entre el 1935 y el 1937, Franklin D. Roosevelt promovió las leyes de Préstamos y Arriendo. Bajo esa cobertura, entre el 1941 y el 1945, Estados Unidos exportó bienes de uso militar + alimentos, combustibles y materias primas, por valor de 32 mil 500 millones de dólares de los cuales 13 mil 800 millones fueron a Gran Bretaña y 9 mil 500 millones a la Unión Soviética.
El Departamento del Tesoro se encargó de allegar dinero para financiar el esfuerzo bélico que ascendió a 304 mil millones de dólares de 1945(*). Para ello se creó el Impuesto General sobre la Renta y se imprimieron los “Bonos de Guerra”. Entonces, 85 millones de ciudadanos compraron bonos por 185 mil millones de dólares. Los bancos, compañías, empresas e instituciones privadas, también adquirieron miles de millones de dólares en bonos, mientras los impuestos aportaron 136 mil millones.
La economía de guerra en Estados Unidos dio lugar a una explosión colosal de las innovaciones científicas y técnicas. Baste mencionar el Proyecto Manhattan mediante el cual, partiendo de cero se creó la bomba atómica. Sólo para la producción de aviones se utilizaron 45 mil millones de dólares, se emplearon dos millones de trabajadores y se fabricaron 298 mil aparatos.
La ingeniería de procesos, la metalurgia, la óptica, los motores de alto rendimiento, el diseño y prácticamente todas las ramas experimentaron un auge sin precedentes.
Por su parte, la industria naval, además de 6 mil 768 portaaviones y submarinos, acorazados, destructores, fragatas, cruceros y medios anfibios, en los cuales se invirtieron unos 18 mil millones, para abastecer a los aliados y cubrir las necesidades de las operaciones norteamericanas en Europa, se fabricaron 5 mil 777 barcos mercantes a un costo de 13 mil millones de dólares.
Entre el 1941 y el 1945, el Producto Nacional Bruto de Estados Unidos, medido en dólares constantes, pasó de 88 mil 600 millones de dólares en el 1939 a 135 mil millones en el 1944. La producción relacionada con la guerra aportó el 40 por ciento del crecimiento.
Las actuales tensiones por falta de armas, tanques, misiles y proyectiles son de los menos graves pues se trata de ampliar capacidades productivas, lo cual, a corto plazo es posible. Más difícil son los aspectos políticos y sobre todo los humanitarios del conflicto. Habrá armas para todos. La pregunta es: ¿armas para qué?
Obviamente el país mejor preparado para el esfuerzo bélico que la prolongación y probable expansión de la guerra en Ucrania puede requerir son los Estados Unidos que seguramente no necesitarán de una reconversión y que, por demás, contarán con las capacidades financieras e industriales de Europa, especialmente de Gran Bretaña, Alemania y Francia y, entre otras, las de Japón y Corea del Sur.
Rusia que seguramente cuenta con grandes capacidades económicas y productivas, por carecer de aliados suficientemente solventes, necesitará realizar en solitario un esfuerzo colosal. Hay quienes creen que la guerra es un negocio. En cualquier caso, es un mal negocio, sin dudas el peor. La paz sí que es un buen negocio.
El mejor. (*) En todos los casos para obtener la equivalencia del dólar de los años 40 con el actual se debe multiplicar por 20.