Opinión

Antiguos enemigos, ahora aliados

Gustavo Petro, ha nombrado a Salvatore Mancuso como gestor de paz, para que contribuya a lograr la desmovilización de grupos armados en Colombia

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha nombrado al exjefe paramilitar Salvatore Mancuso como gestor de paz, en el marco del proyecto de Paz Total, para que contribuya a lograr la desmovilización de grupos armados ilegales.

Mancuso se encuentra recluido en una cárcel de Atlanta, desde donde ha hecho gestiones para ser enviado a Italia, tierra de sus ancestros, o permanecer en Estados Unidos, mientras los esfuerzos del Gobierno colombiano se han concentrado, sin éxito, en lograr su extradición a Colombia.

En los últimos meses ha comparecido ante la Justicia Especial de Paz (JEP), creada en el Acuerdo de Paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- y el Estado colombiano, donde ha hecho revelaciones importantes sobre el contubernio entre la Fuerza Pública de este país y los paramilitares, con miras a ser admitido en ese tribunal, que podría otorgarle la libertad a cambio de contar la verdad y comprometerse a la reparación de sus víctimas.

Sin embargo, pese a que dijo cosas importantes, no ha revelado nombres de altos mandos militares que hubieran colaborado activamente para la realización de las masacres y otros crímenes cometidos por él como comandante de esas fuerzas que bañaron en sangre este país.

Tampoco, a pesar de que dijo que existían, identifi có a políticos y empresarios que le hubieran brindado su apoyo. El anuncio de Petro produjo un escándalo inmediato entre los mismos que estuvieron de acuerdo cuando el expresidente Álvaro Uribe nombró gestora de paz a Karina, una guerrillera de las FARC acusada de graves crímenes, sin que hubiera mediado su confesión ni la reparación de sus víctimas.

Muchos de los ahora escandalizados fueron fervientes admiradores de los paramilitares en sus épocas más sangrientas y aplaudieron que Mancuso y otros dos comandantes, sin haberse desmovilizado, acudieran al Congreso de la República, donde hablaron como salvadores de la patria.

Álvaro Uribe, quien era el presidente, no tuvo ni una palabra de condena ante semejante atropello. Solamente Gustavo Petro, entonces representante a la Cámara por Bogotá, pronunció un vehemente discurso de rechazo y acusó al presidente de la República de complacencia con los paramilitares.

A partir de ahí comenzó sus debates en el Congreso, que continuaría después como senador, sobre la parapolítica, que llevó a la cárcel a parlamentarios, funcionarios y políticos de los partidos que apoyaban al presidente de la República. En la Corte Suprema de Justicia las investigaciones fueron dirigidas por el hoy ministro de Defensa. El presidente Petro justifi có así el nombramiento de Mancuso: “El proceso de paz entre el Gobierno de Uribe y los paramilitares aún no ha terminado… aún no se sabe toda la verdad… muchos cuerpos de víctimas aún no han sido encontrados”.

El expresidente Uribe reaccionó de inmediato diciendo: “Estoy esperando las pruebas de la calumnia de Mancuso (tal vez refi riéndose a sus declaraciones ante la JEP)… Que el presidente lo nombre gestor de paz no importa, lo grave es que mienta y haya discriminación”.

Esto último porque el presidente no le hizo , como él deseaba, el mismo nombramiento a Jorge 40, un excomandante paramilitar que se ha negado a contribuir con la verdad y que, tal vez precisamente por su silencio, sigue teniendo infl uencia política. Tanta, que su hijo fue nombrado representante de víctimas en el Gobierno anterior y actualmente, por elección popular, es representante a la Cámara por la circunscripción especial transitoria para la paz, surgida del acuerdo de paz con las FARC.

Tiembla el establecimiento y una puerta se abre para llegar a la verdad de esa época procelosa y ojalá alcanzar realmente la Paz Total.