La semana pasada, la periodista y directora de la revista Cambio, Patricia Lara, presentó en Bogotá su libro sobre el robo de la espada del Libertador, Simón Bolívar, con el que salió a la luz pública el movimiento guerrillero M19.
Esa acción estuvo precedida por una ingeniosa campaña publicitaria que ofrecía “contra los parásitos, M19”. “Contra los gusanos, M19. Espérelo pronto”, que hacían pensar que se promocionaba un vermífugo o insecticida. Consumado el robo, dejaron en el sitio una proclama reconociendo su autoría y sus propósitos y así Colombia se enteró de que se trataba de un grupo armado.
Este hecho tiene hoy especial trascendencia porque el presidente Gustavo Petro fue guerrillero de ese movimiento; muchos de sus exmilitantes son hoy connotados académicos, defensores de Derechos Humanos, altos funcionarios, artistas e intelectuales destacados y luchadores por la democracia y la paz.
El fundador del M19 desde un inicio propuso un gran Acuerdo Nacional como base para la paz. En medio de muchos errores, es cierto, como el secuestro y asesinato de un líder sindical patronalista y, a mi juicio, el más grave de todos: la toma violenta del Palacio de Justicia, en cuya retoma el Ejército nacional entró con un tanque lanzallamas tumbando la puerta del recinto; el presidente de la República ni siquiera respondió las llamadas que desesperado le hacía el presidente de la Corte Suprema pidiendo un cese al fuego, y hubo un gran saldo de torturados, ejecuciones extrajudiciales y desaparecidos.
Pero, desde un comienzo, propuso un acuerdo de paz donde cupiera todo el mundo: “un gran sancocho nacional”, más allá de ideologías. Así que el llamado al presidente Petro es a que honre a sus comandantes y haga realidad la propuesta que él mismo hizo en su campaña y reiteró en su discurso de posesión: un gran acuerdo nacional, en el que quepamos todos, que posibilite su gran apuesta de Paz Total y la aprobación en el Congreso de las reformas que propone su Gobierno.
El presidente Petro atraviesa un momento muy difícil. Los delitos de su hijo, deslumbrado por su cercanía con el poder y el dinero fácil, han dado un golpe a la imagen presidencial, a pesar de que se ha demostrado que el dinero que pidió, supuestamente para la campaña de su padre, nunca llegó allá.
Hace ocho días la revista Semana hizo estallar un nuevo escándalo asegurando que un narcotraficante había financiado la campaña presidencial de Petro en esa región y que él mismo, como candidato, participó en un mitin al lado de ellos. El Presidente pudo fácilmente demostrar que eso era falso, pero ya la noticia había causado el daño deseado. El Fiscal General, más contradictor de Petro que funcionario imparcial, anunció de inmediato abrir investigación lo cual, si bien forma parte de sus funciones, lo lanzó sin advertir que es un procedimiento de rutina y dejó en el aire la idea de un delito ya cometido.
Por esos mismos días, estalló como una bomba el descubrimiento de un robo a Ecopetrol, nuestra mayor empresa, cometido por personas de alto perfil social y económico, al parecer aliados con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Casi simultáneamente se conoció la condena en Estados Unidos al Grupo Aval y Corfi colombiana, ambas de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el hombre más rico del país, por su participación en la corrupción de Odebrecht. Pero en el país, Odebrecht y sus aliados colombianos, nunca han recibido siquiera una reprimenda. El abogado de Sarmiento, Néstor Humberto Martínez, fue después elegido Fiscal General y en sus manos el caso adquirió tintes más turbios, con la muerte por envenenamiento con cianuro del controller de esas empresas quien, en una conversación grabada con el futuro Fiscal, le advertía sobre la corrupción que había detectado. Su hijo murió una semana después, envenenado de la misma manera.
Por eso, Petro dijo que el caso de Los Llanos fue un montaje para distraer la atención sobre los verdaderos escándalos. Pero en su respuesta, el Presidente da la idea de atacar a la prensa en su conjunto y a los empresarios como un todo, a pesar de que muchos lo apoyaron, con lo cual aumenta la brecha con ellos y difi culta la gobernabilidad.
La sociedad civil va a realizar la próxima semana el foro El Gran Acuerdo Nacional, en el que participarán diplomáticos de los países acompañantes del proceso de paz con el ELN, el negociador de esa guerrilla, exmiembros de la Comisión de la Verdad, empresarios afectos y adversarios del Gobierno, políticos de extrema derecha e izquierda, generales, exfuncionarios del equipo Petro, para propiciar la creación de puntos de encuentro.
Ojalá el mandatario, quienes lo apoyan y también sus adversarios, así como el ELN, no sean inferiores a sus responsabilidades y actúen con generosidad para conjurar los graves riesgos del momento político.