Opinión

Premio Nobel de Economía 2024

Jorge Gómez Barata reconoce la entrega del Premio Novel de Economía a Daron Acemoglu y a los británicos Simon Johnson y James A. Robinson
Premio Nobel de Economía 2024

Me identifico con la Fundación Nobel de Suecia que ha otorgado a Daron Acemoglu, de origen turco, y a los británicos Simon Johnson y James A. Robinson, el Premio Nobel de Economía por sus contribuciones al estudio sobre la desigualdad de las naciones.

Acemoglu y Johnson trabajan e investigan en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, mientras Robinson lo hace en la Universidad de Chicago. El hecho es trascendental dado que hoy se acepta como ciencia constituida que, la desigualdad entre las personas, las clases, los estratos sociales y los países, es la más importante de las cuestiones asociadas a los problemas del desarrollo, o más exactamente del subdesarrollo.  

Robinson, profesor de Estudios de Conflictos Globales y director del Instituto Pearson para el Estudio y la Resolución de Conflictos Globales de la Universidad de Chicago, con experiencias en América Latina y África subsahariana, y cuyas conclusiones acerca de las relaciones entre el poder político, las instituciones y la prosperidad comparto, porque sustentan científicamente algo que empíricamente constató mi hermano mayor.

Sin estudios sociales superiores, a partir de observaciones puras, se percató de que, todas las naciones desarrolladas son democracias y que, las democracias progresan más rápido que aquellos países que no lo son.

“En América Latina, afirmó, no existe ninguna nación desarrollada, porque no existe ninguna democracia”. De hecho, aunque reconozco las excepciones, como parte de una tendencia civilizatoria universal, existe una evidente y visible correlación entre el desarrollo y la democracia. De ahí que, los esfuerzos por el progreso general de las naciones tercermundistas, debe ser acompañado por la expansión y profundización de la democracia.  

La observación ha de tener en cuenta que, si bien la existencia de la democracia tiene rasgos comunes, como son la presencia de instituciones estatales y sociales, expresiones de la soberanía popular, la elegibilidad de los gobernantes, ciertos grados de pluralismo, existencia de mecanismo de control social al poder, vigencia del Estado de derecho y separación de poderes, la configuración del sistema democrático puede estar desigualmente desarrollado y variar de un país a otro.

Una vez leí la observación de que: hay países que son democráticos todos los días, menos el de las elecciones y viceversa, porque lo son sólo ese día. No hay en Europa ningún país que posea las riquezas naturales de Brasil, Colombia, Venezuela y México, pero ninguno de ellos exhibe la solidez, calidad y estabilidad de las instituciones estatales y sociales europeas.

A pesar de experiencias tan negativas y devastadoras como las dos guerras mundiales, el auge de corrientes políticas negativas como el fascismo, en el llamado Viejo Continente, las instituciones estatales y sociales y la democracia han prevalecido y no son cuestionadas en ninguna parte.

El pensamiento político, económico y cultural liberal que cobró auge a partir de los siglos XVIII, XIX y XX fue reforzado por la tesis de Karl Marx, según la cual, en ciertas etapas del desarrollo, el estancamiento en las relaciones de producción se constituye en freno para las fuerzas productivas y en obstáculos para el progreso general.

Según esas conclusiones, el choque entre estos dos factores (las fuerzas productivas y las relaciones de producción) abría una época de revolución social. Estas perspectivas, junto a nociones filosóficas y políticas avanzadas, auspiciaron experiencias europeas que, aunque extremadamente discutidas como la Revolución Bolchevique y el establecimiento del socialismo en la Unión Soviética, refuerzan el criterio de que el progreso general, incluido el progreso económico, están ligados a la democracia y al desempeño político.

El clima de opresión existente bajo el régimen zarista, sostén del despiadado y depredador Imperio Ruso, no es comparable con el ambiente de libertades, creatividad e inclusión social desatado por el socialismo en la URSS cuyos pueblos, encabezados por los bolcheviques, en breves períodos históricos rebasaron el horizonte feudal, desataron las fuerzas productivas, crearon y distribuyeron con justicia y equidad las inmensas riquezas creadas por ellos mismos.

El heroísmo colectivo y la apasionada defensa de su patria y su modo de vida condujeron a la victoria de los pueblos de la Unión Soviética, aliados con otros países Occidentales, sobre el fascismo. Por otra vertiente que debería servir para aprender de los errores, fueron precisamente, los déficits de democracia, derechos y libertades políticas y civiles los que provocaron el estancamiento y la decepción popular que después de 70 años de heroicos esfuerzos, dieron al traste con aquella experiencia y provocaron el colapso de la Unión Soviética.

Paralelamente, la experiencia se ha repetido en la República Popular China, donde el dogmatismo y el autoritarismo se convirtieron en freno para el desarrollo económico y el progreso general. Las reformas que, como expresión de democratización del sistema socialista fueron impulsadas allí a partir del 1978, dieron lugar a aperturas y al crecimiento del bienestar y explican los extraordinarios avances de China.

Los investigadores galardonados no minimizan el papel del colonialismo y el neocolonialismo en la oprobiosa vigencia de las desigualdades, pero tampoco absuelven a las oligarquías lugareñas que, para su beneficio, asumieron las repúblicas como botín y, en lugar de resolverlas, profundizaron las deformaciones estructurales asociadas al colonialismo, a la dependencia y a las desigualdades, y son responsables de la debilidad de las instituciones deberían sostener la democracia.

Prometo profundizar en la relevancia y las repercusiones de los Premios Nobel de Economía recién otorgados para la democracia y para las luchas sociales y por el progreso general de los países de América Latina.

En cierta ocasión escuché decir a Ricardo Alarcón, destacado político y pensador cubano: “Con la democracia comienza y termina todo”. Así lo creen los ganadores del Nobel.