Los efectos del bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki, conocidos en Estados Unidos días después, dejaron atónita a la sociedad, las élites y los altos mandos militares que comenzaron a temer que alguien pudiera hacerles lo mismo a ellos.
El temor se incrementó cuando en el 1949 la Unión Soviética detonó su propia bomba. Entonces se estimó que al menos 40 países contaban con desarrollo tecnológico y recursos económicos para fabricar sus propias armas nucleares.
Así surgió la idea de la no proliferación. El propósito de impedir la proliferación nuclear se patentizó en el 1953 cuando, para evitar que cada país en condiciones de hacerlo se dotara de tecnología y eventualmente de bombas atómicas, el presidente de Dwight Eisenhower presentó el programa Átomos para la Paz, en virtud del cual, Estados Unidos ofreció entregar a los interesados tales recursos, con lo que evitaba así el trasiego de los secretos nucleares y la difusión de tales capacidades.
La Unión Soviética adoptó idéntica posición. Debido a la sensatez de entonces, 79 años después, sólo ocho países han declarado poseer armas nucleares.
Debido a la inviabilidad del desarme, desde los años 60 del siglo XX, Estados Unidos y la Unión Soviética se concentraron en la “limitación” y el “control” de los armamentos nucleares. Desde el primer acuerdo en los años 60 del pasado siglo hasta el último en el 2010, se adoptaron unos 20 tratados que indicaban una voluntad positiva.
En el 1978, la Asamblea General de la ONU efectuó la primera Sesión Especial sobre Desarme. Entre sus logros figuran: Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (1970) Convención Sobre Armas Biológicas (1975) Convención Sobre Armas Químicas (1997) y la Convención para la Prohibición de las Minas Antipersonales (1999).
En toda la historia del desarme nuclear, el mayor aporte lo hicieron Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán que, en conjunto en el 1994, en virtud del Memorándum de Budapest, renunciaron a sus arsenales nucleares heredados de la Unión Soviética.
Actuando con ejemplar buena fe, esos países entregaron a Rusia alrededor de 4 mil armas nucleares. En el 2023, en la zaga de la guerra en Ucrania, fue anulado el último acuerdo sobre limitación de armas nucleares entre Estados Unidos y Rusia.
Misiles de alcance medio
Ningún misil ruso de alcance intermedio hace peligrar a los Estados Unidos, excepto los que en el 1962 la Unión Soviética emplazó en Cuba, que cubrían en unos 10 minutos lo que tomaría 30-40 a los cohetes estratégicos lanzados desde la Unión Soviética o Rusia.
Debido a que Estados Unidos cuenta con bases en Europa, Rusia no cuenta con tales ventajas. Al colocar misiles en Cuba, la Unión Soviética adelantó varios miles de kilómetros y redujo el tiempo de vuelo de los proyectiles, adquiriendo una ventaja obvia, no sólo porque entonces no existían interceptores y escudos protectores con la eficacia de los de hoy, sino porque el reducido tiempo de exposición al ser lanzados desde unos 150 kilómetros los hacía virtualmente imbatibles.
Solucionada aquella crisis, ambas superpotencias se dieron a la tarea de negociar la limitación de las armas estratégicas de modo que existiera paridad entre ellas y que los misiles intercontinentales pudieran ser mutuamente detectados y abatidos, cosa muy difícil respecto a los misiles de alcance medio.
La corta distancia, la velocidad y el tiempo mínimo de exposición hacen prácticamente imbatibles los misiles de corta y media distancia, considerada como tal los que operan entre mil y 5 mil kilómetros. En el 1987, los presidentes Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov suscribieron el Tratado de Prohibición de los Misiles de Alcance Intermedio, en virtud del cual 2 mil 692 de estas armas fueron destruidas.
La medida estuvo vigente hasta el 2018, cuando el presidente de los Estados Unidos Donald Trump suspendió formalmente el Tratado, cosa que Rusia hizo al día siguiente. Desde entonces comenzó una nueva fase en la carrera de armamentos que llega hasta hoy y que, hasta donde se conoce, ha acentuado los misiles de alcance intermedio para ser utilizados por Rusia contra la OTAN en Europa y por Estados Unidos contra Rusia desde sus bases en el llamado Viejo Continente.
La instalación de bombas atómicas tácticas y de misiles de alcance intermedio fuera de su territorio, si bien no constituye una novedad ni una herejía, pues Estados Unidos nunca ha dejado de hacerlo, significa nuevos peligros de conflagración nuclear, sobre todo porque ocurre en medio de una guerra en la cual el escalado parece más cercano que la paz.