Opinión

Misiles de largo alcance “made in Europa”

La Unión Soviética, para quien los países no nucleares de Europa no eran blancos, estaba en franca desventaja por la distancia a que se encontraban los Estados Unidos
Misiles de largo alcance “made in Europa”

La No Proliferación nuclear fue una tendencia alentada desde los años cincuenta, cuando no existían regulaciones al respecto, por Estados Unidos, Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China quienes, en el contexto de la II Guerra Mundial y de la Guerra Fría fueron los primeros en fabricar bombas atómicas.

Los líderes de esos estados, espantados por la masacre contra Hiroshima y Nagasaki y la “Destrucción mutua asegurada”, se abstuvieron de transferir tecnología y materiales a otros países, desalentaron su fabricación y fueron cautelosos en su emplazamiento en el extranjero. John F. Kennedy predijo que en el año dos mil podía haber cincuenta países nucleares, en 2024 solo hay 9.  

No obstante, dado que la tecnología nuclear es “dual”, es decir, sirve tanto para fines militares como civiles, era incorrecto impedir que países que pudieran hacerlo se privaran de los beneficios de la energía nuclear.  

A propósito, el presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower concibió el Programa Átomos para la Paz” según el cual se transfirieron de modo económicamente blando, reactores de investigación, así como uranio y plutonio a los países interesados, evitando que desarrollaran ellos esas tecnologías.

La Unión Soviética acogió la idea y la aplicó a sus aliados de Europa Oriental.  Debido a que la Unión Soviética, se encontraba en Europa, en los años cincuenta del pasado siglo, Estados Unidos “almacenó” bombas atómicas en bases de la OTAN en varios países del continente y basificó allí aviones con capacidad para utilizarlas.

Con el tiempo, a las bombas de aviación se sumaron los misiles de corto y mediano alcance. Los primeros fueron los cohetes Júpiter, ubicados por Estados Unidos en Turkiye con capacidad para alcanzar Moscú en pocos minutos.  

En ese terreno la Unión Soviética, para quien los países no nucleares de Europa no eran blancos, estaba en franca desventaja por la distancia a que se encontraban los Estados Unidos, solo alcanzable con misiles intercontinentales.

Por esa razón para ella carecía de sentido de ubicarlos en ningún estado del Tratado de Varsovia, aunque si en Cuba, lo cual hizo en 1962, colocando al territorio de Estados Unidos a escasos minutos de sus cohetes lo cual dio lugar a la Crisis de los Misiles, la más importante de la Guerra fría.

Con aquella experiencia a la vista, se negoció y en 1968 se abrió a la firma el Tratado de no Proliferación de las Armas Nucleares que, debido a la infortunada guerra en Ucrania comienza a perder vigencia.

A propósito, en la reciente Cumbre de la OTAN efectuada en Washington se ha anunciado el despliegue “episódico” (rotativo) de misiles de largo alcance en Europa, comenzando por Alemania, especulando con la posibilidad de que tales misiles sean desarrollados en varios países europeos. Obviamente, el Kremlin ha anunciado medidas de respuesta.

La guerra en Ucrania y su zaga maldita amenaza con anular cincuenta años de esfuerzos para la no proliferación.

El daño global de tan fatídico evento es catastrófico. No obstante, queda tiempo para evitar lo peor. Allá nos vemos.