El narcotráfico a gran escala se ha apoderado de Bacalar y Othón P. Blanco / Pobladores de la región refieren que al menos cada 15 días hay sobrevuelos rasantes de avionetas / El tránsito de camionetas con gente foránea se hizo frecuente en la zona por el inicio de siembras y consideran que eso esconde el paso de narcotraficantes / Menonitas recién llegados a la zona limpiaron los costados del camino donde aterrizó la narco-avioneta / Nula presencia policíaca de los 3 niveles de Gobierno
PAYO OBISPO, Bacalar, Q. Roo, 1 de septiembre.- “En esta zona, hasta el viento tiene miedo”, parecen expresar los pobladores de las comunidades rurales de los municipios de Othón P. Blanco y Bacalar, ante los vuelos rasantes que cada 15 días aproximadamente realizan las narcoavionetas en las colindancias de ambos municipios, donde hoy se confirma que los narcotraficantes asentados en el sur de Quintana Roo han reactivado una de las rutas para el trasiego de cocaína más disputadas y rentables del país.
En algún lugar del municipio de Bacalar, Don Lupe, nombre ficticio del entrevistado, corre a resguardarse a su paupérrima vivienda, de los reporteros de los diarios POR ESTO!, que incisivos buscan investigar más sobre las actividades del narcotráfico que se desarrollan ahí.
“Antes le temíamos a la noche”, insiste el lugareño entrevistado, que tras largo convencimiento accede hablar sobre el descenso de aeronaves en una de las zonas más olvidadas del país.
“No estuve en el pueblo a esa hora”, es la respuesta inmediata y general de los habitantes de la región a los cuestionamientos sobre la narcoavioneta que aterrizó el pasado jueves en Payo Obispo, municipio de Bacalar, y fue quemada en un camino sacacosechas.
Sin embargo, en la intimidad de los hogares o sitios lejanos, lugareños de la región aseguran que al menos cada 15 días, avionetas con características similares a la que aterrizó cruzan con vuelo raso sobre las comunidades de las colindancias de los municipios de Bacalar y Othón P. Blanco.
En esta región, el silencio sobre el tema de la narcoavioneta es un pacto entendido, y su actitud en público es de vigilancia constante entre ellos.
En Payo Obispo aseguran que a 35 años de creación del poblado, es la primera vez que una narcoavioneta desciende muy cerca de ellos.
El ulular del viento estremece a los reporteros, quienes afanosamente lanzan preguntan a los escasos habitantes que acceden cuando menos a devolverles el saludo.
“Hasta el viento tiene miedo”, es la frase que evidencia el sometimiento de decenas de habitantes que han tenido la mala fortuna de presenciar los movimientos de “aviones chicos”, como ellos les llaman a los Cessnas que han llegado en infinidad de veces a esa zona de Quintana Roo.
Protegidos tras los muros de sus viviendas o estando en parajes aislados, son los únicos escenarios donde los pobladores aceptan charlar “abiertamente” sobre las recientes actividades del crimen organizado por la región.
Esta precaución muestran en los pueblos cercanos y colindantes de los municipios de Othón P. Blanco y Bacalar, que están en el perímetro de operación de estos sobrevuelos de los narcotraficantes.
La voz baja y los ojos bien abiertos de los entrevistados llama la atención, a pesar de estar en lugares aislados o muy íntimos; prefieren evitar ser señalados como quienes hablaron de la narcoavioneta.
Su semblante es de temor, pero con palabras aseguran estar tranquilos sin abundar sobre la raíz de su tranquilidad aparente.
Según los relatos de quienes de manera anónima accedieron a hablar, el pasado jueves, casi a las 02:00 de la tarde, los pobladores de Payo Obispo escucharon y observaron el vuelo constante de un helicóptero de la Marina; para las 06:00 de la tarde, en Payo Obispo, escucharon como en otras ocasiones el paso de una avioneta en vuelo raso, pero una característica causó extrañeza: En esta ocasión la aeronave aterrizó a cuatro kilómetros y medio de la comunidad, sobre un camino sacacosechas.
El ruido y la peculiaridad de la escena a baja altura hizo que los pobladores salieran de sus casas y observaran asombrados el suceso; sin embargo, de manera inmediata, todos regresaron a sus hogares y el tema quedó automáticamente como un “tabú”.
El mutismo sobre lo que sucedió rápidamente quedó como regla entendida, y la respuesta general a los cuestionamientos sobre el hecho comenzó a ser: “No estuve en el pueblo a esa hora”.
En Payo Obispo habitan cerca de 40 familias que se dedican al campo en su mayoría. La siembra de pasto palapero, maíz, elote, naranjas, piña y ramón es comúnmente el sustento de los habitantes de la localidad.
El lugar se aprecia tranquilo y sus calles solitarias; los forasteros son rápidamente identificados, aunque recientemente esta situación comenzó a presentar ciertos cambios.
Primero, porque hace un tiempo comenzaron a transitar por la localidad varias camionetas luego de que se pusieron en marcha dos proyectos de siembra de ramón, y el paso de vehículos con gente fuereña comenzó a ser frecuente y a considerarse cosa normal.
Otra peculiaridad reciente es que algunos menonitas llegaron a esta región y adquirieron tierras; éstos comenzaron a dar empleo y a integrarse a las comunidades
Estos menonitas en fechas recientes abrieron caminos y también pasaron su maquinaria a los costados del camino sacacosechas de Payo Obispo, el cual fue el que los narcotraficantes utilizaron en esta ocasión como pista aérea.
Los 29 kilómetros que separan a Payo Obispo de Altos de Sevilla, centro neurálgico de la economía y actividades políticas de esta región del municipio de Bacalar, han ocasionado que los dos proyectos de siembra de ramón sean utilizados como fachadas para el reinicio de las actividades de trasiego de drogas por la zona.
Lo anterior porque el tránsito de los narcotraficantes se camufla con el de los vehículos con personas que acuden a los ranchos donde se realiza la siembra de este árbol.
Asimismo, la presencia reciente de los menonitas y su participación en la limpieza de los costados de la recta donde aterrizó la narcoavioneta indica que desde bastante tiempo se planeó utilizar los caminos sacacosechas de la región como narcopistas.
El utilizado esta vez por los narcotraficantes que operan en el sur de Quintana Roo es un camino liso y llano de poco más de 4 metros de ancho y 5 kilómetros de largo, con sólo dos curvas ligeras, el cual se encuentra recientemente podado a los costados en espacios , además de que se tumbaron árboles cercanos a la vía de rodamiento con maquinaria.
Inclusive se puede apreciar que la maleza fue tumbada en un sólo sentido, todo eso con el propósito de quitar los obstáculos para la maniobra de aterrizaje de la avioneta Cessna.
A diferencia de las perfectas condiciones en las que se encuentra el camino sacacosechas que utilizó el piloto de la narcoavioneta, la carretera estatal de 29 kilómetros que une a Payo Obispo con Altos de Sevilla se encuentra en deplorable estado.
Lo anterior a pesar de que es muy transitada y de que sus habitantes han realizado varias peticiones, una tras otra, a todo tipo de autoridades, incluso en las pasadas elecciones, para que sea reparada.
Finalmente, cabe mencionar que el paso de los convoyes del Ejército Mexicano en estos días ha sido constante por las brechas y caminos, así como del personal de investigación de las dependencias federales.
(De la Redacción)