Por Eva Murillo
Inicio flojo. Este 1 de noviembre las expectativas de visitas a los panteones no lograron alcanzar a las de años anteriores y la prueba fueron las cientos de tumbas que permanecieron todo el día ávidas de limpieza, de una flor que les diera color, de una cruz hecha con pétalos o una veladora.
Esta situación ocurrió en el panteón “de los pobres”, es decir el camposanto público Los Olivos, y en el “de los ricos”, o sea el privado, Jardines de Paz. En ambos fue más evidente la ausencia de los familiares de los muertos, que según la tradición mexicana, esperan ser visitados por ellos en estas fechas de Todos los Santos.
Sólo algunas parejas o personas solitarias, cargando flores y veladoras, caminaron con paso lento entre las tumbas, buscando la que guarda los restos mortuorios de su ser querido.
La razón del abandono de los muertos en los panteones de Cancún sigue siendo la misma de siempre: sus familiares se regresaron a su tierra natal y ya se olvidaron del “muertito”, es lo que explicaron algunos de los trabajadores de lugar.
Pero es el primer día, excusaron los mismos ciudadanos, para explicar la baja afluencia de personas al panteón, además es día laboral, así que la esperanza de más visitas está puesta en este sábado.
Ventas
Las gargantas terminaron roncas, los pies hinchados, la piel requemada, la mercancía maltratada y la caja del dinero no se llenó como esperaban los comerciantes, que sólo se veían entre ellos tratando de explicarse por qué no estaba “jalando” la venta.
Había tantos vendedores ambulantes que caminar con libertad se dificultó un poco, pues los que andan en triciclo ofreciendo su mercancía se acomodaron en medio de la calle como estrategia de venta, sin darse cuenta de que entorpecían el flujo de las pocas personas que acudieron a los panteones.
Grupos de niñas optaron, de plano, por agarrar los arreglos florales y alejarse del puesto para acercarse a los dolientes tratando de que les compraran, pues las personas sólo pasaban de largo sin detenerse, si quiera, a mirar la mercancía.
Los encargados de las florerías que están fijos afuera del panteón, no pudieron esconder su decepción por el comportamiento de las ventas, que a su parecer, estuvieron bajas debido al excesivo número de puestos que tuvieron la autorización de las autoridades para instalarse ahí durante estos días.
Autoempleo infantil
Los días de Todos los Santos es sumamente esperado por los niños que viven en las cercanías de los panteones. Varias generaciones han sacado provecho económico de habitar en una de las áreas de la ciudad en la que por tres días consecutivos reciben a miles de visitantes.
Y es que niñas y niños de entre 10 y 12 años se organizan en grupos, muchos de ellos con sus primos, para trabajar como “viene viene” o “franeleros” durante estos días; para no afectarse unos con otros, se reparten las calles, así no invaden el terreno de los demás.
El dinero que recaudan por el concepto de propinas lo reparten al final del día entre los integrantes del grupo, quienes desde la mañana permanecen activos, la mayoría portando chalecos fluorescentes y un trapo en la mano.
Llegan a juntar hasta 500 pesos, comentó uno de los niños, que por segundo año está trabajando como franelero, pero sus primos, dijo, ya llevan varios años más que él.