Por Luis Enrique Tuz
CAOBAS, OPB, 17 de febrero.- El precio bajo por el kilo de chicle y la falta de prestaciones inhibe a los jóvenes a trabajar en la extracción de la resina de chicozapote; además de que nadie quiere arriesgar la vida colgado de un árbol a más de 10 metros de altura.
Marco Tulio Argüelles Solares señaló que la extracción de la resina de chicozapote es una actividad que tiende a desaparecer, sobre todo en el ejido Laguna Om, en el sur del estado de Quintana Roo, porque los jóvenes buscan un trabajo seguro y mejor renumerado.
“Andar en la selva no es cosa sencilla, porque tienes que soportar los moscos, la lluvia, cocinar el látex, luego hacerlo en marquetas y al final de cuentas recibes un pago injusto”, expresó el chiclero en entrevista con el POR ESTO! de Quintana Roo.
Destacó que actualmente sólo los viejos chicleros trabajan en la actividad y lo hacen por la falta de trabajo en los ejidos.
Como se recordará, el pasado viernes, POR ESTO! de Quintana Roo dio a conocer revelaciones de productores chicleros, sobre el bajo pago que hace el Consorcio Chiclero por la resina que utiliza para producir la goma de mascar marca Chicza, la cual vende en el extranjero utilizando a los mayas como gancho de una publicidad engañosa, en la que se afirma que se ha dignificado su trabajo con altas utilidades y varias prestaciones, las cuales en la realidad no han llegado a ellos.
Para darse una idea de la inequitativa relación que existe entre los cosechadores de la resina y el Consorcio Chiclero, dirigido por Manuel Aldrete Terrazas, que se ha convertido en un monopolio, por ser el único al que le pueden vender el chicle que producen los miembros de las cooperativas, hay que notar que mientras un kilo de goma de mascar orgánica alcanza en el mercado europeo un precio de más de un mil 400 pesos, a los productores les paga 80 pesos el kilo de materia prima.
Asimismo, pese a que se trata de una actividad de alto riesgo, por los accidentes inhabilitantes de los que pueden ser víctimas los chicleros, no cuentan con prestaciones, contrario a lo que pregona la publicidad de la empresa en publicaciones pagadas a caras revistas del extranjero como Forbes, donde se ha publicado que hasta pensiones da a los productores.
El chiclero Marco Tulio Argüelles Solares señaló que la actividad depende mucho de la temporada de lluvia; por lo tanto, si se tienen sequías como en los últimos años, el árbol de chicozapote no produce látex y cuando el campesino hace los cortes, la resina se seca por el calor y no baja hasta las mochilas receptoras.
Dijo que durante toda la temporada de chicle una persona fue a la selva a trabajar, pero se regresó porque no sacó nada, pues consideró que no vale la pena perder el tiempo y no se puede vivir del aire.
Asimismo, dijo que los campamentos chicleros son parte de la historia, porque en la zona de los ejidos Laguna Om y Caobas ya no existen, pues hoy las pocas personas que lo trabajan se van de mañana y regresan por la tarde a su hogar, pero cada año son menos los que se dedican a esta actividad.
“Antes en cada campamento chiclero se tenían hasta 30 personas y dos cocineras, ahora si acaso existe uno, pero en total abandono, lo que es una prueba irrefutable de que esta actividad está feneciendo”, mencionó.
Argüelles Solares consideró que en un breve tiempo la actividad chiclera se acabará, porque actualmente los jóvenes no se interesan en esta histórica producción, pues la mayoría de los “chicleros” tienen de 40 a 60 años de edad, y ya no hay aprendices.
“Lamentablemente no se puede hacer nada, porque quedan pocos árboles de chicozapote en edad de producción; aparte, el precio es muy bajo, por lo tanto nadie quiere hacerlo, porque si tú te metes a un trabajo es porque vas a vivir de él.
El kilo se pagó a 80 pesos durante el último año, pero el problema no acaba ahí, ya que no existen chicleros en la zona de Nicolás Bravo, Caobas y Tres Garantías que saquen cantidades grandes de resina de chicozapote”, explicó.
Argüelles Solares, uno de los chicleros históricos de Nicolás Bravo, también conocido como Kilómetro 80, afirmó “la verdad yo no le miro futuro a la producción de chicle, sobre todo por los bajos precios de pago”.
La temporada de extracción del chicle natural en el sur del estado tuvo bajo rendimiento el año pasado, debido a que pegó fuerte la sequía y no hubo producción.
A esto se suma que las supuestas utilidades que deja la comercialización internacional de la goma de mascar orgánica Chicza, que lleva casi dos décadas, no llegan a beneficiar a los productores, los cuales siguen recibiendo trato de explotación por los míseros precios que se pagan por su materia prima.
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