Quintana Roo

De la Redacción

La falta de vigilancia que brindan custodios al interior del Cereso de Cancún, y la insensibilidad por parte de policías estatales, así como la ausencia del director del penal, quedó vista la noche de ayer cuando un reo identificado como Ángel A. R., quién estaba a días de salir tras ser ingresado por un crimen que no cometió, fue asesinado a traición en el área I; el arma homicida pudiera ser desde una hechiza hasta una que de manera clandestina y por los filtros colocados a la entrada de la cárcel, pasan en los días de visita bajo la complicidad de las autoridades estatales.

El final de la calle 147 en la Región 99, que da hacia el Centro de Reinserción Social (Cereso) de Cancún, y que normalmente por las noches se encuentra solitaria y silenciosa, la noche de ayer poco a poco se fue alumbrando por el paso primero de la ambulancia de la Cruz Roja, cuando les avisaron que al interior había un reo mal herido.

Gente que se encontraban al exterior esperando desde las 17:00 horas a que liberarán a sus familiares, minutos antes claramente escucharon alrededor de las 22:00 horas, que detrás de la barda perimetral en medio de dos torres, donde se encuentra el área I, se escuchaban gritos de los mismos presos quienes pedían una ambulancia, “guardias una ambulancia lo mataron traigan las llaves”, dos policías que se encontraban cada uno en una torre, alumbraban con sus lámparas hacia la mencionada área, los policías estatales que se encontraban en la puerta principal, no sabían cómo reaccionar y solo solicitaban apoyo a través de radio, al parecer los custodios encargados de vigilar cada sección y que por alguna razón estaban lejos cuando ocurrió el asesinato, corrieron para saber que estaba pasando.

Nuevamente se escucharon gritos, pero esta vez ya no eran para pedir auxilio, si no era la reacción de los custodios quienes ingresaron tirando golpes para segregar a los reos y así ellos libremente pudieran acercarse al hombre que herido de muerte se encontraba tendido en el suelo, tiempo después llegó la unidad médica, pero los paramédicos solo confirmaron la muerte de Ángel A. R., quién había sido asesinado por otro interno del cual se desconoce el nombre.

La noticia de que habían matado a su familiar, hizo que una mujer llegara hasta las puertas del Cereso, a través de la reja, con lágrimas en los ojos y una voz entrecortada solicitaba a los policías estatales, le dieran información sobre lo sucedido, pero los uniformados únicamente se limitaron a decir que no sabían nada y ellos no estaban autorizados para dar informes, que para eso estaba el director del cual desconocían su paradero.

Poco a poco otros familiares continuaron llegando, algunos con la esperanza de que fuera otro interno, y otros de que solo estuviera lesionado, de igual manera se acercaron a la puerta pidiendo que les dejaran entrar y de ser posible que les permitieran el trasladar a su familiar mal herido al hospital, ya que era de bien sabido que el médico no siempre estaba y cuando se encontraba no contaban con lo necesario para atender a los internos, pero volvieron a obtener la misma respuesta de las autoridades.

Pasaban los minutos y al final de la calle 147 solo se podía escuchar el sonido de los teléfonos celulares de los familiares que preguntaban si la noticia era cierta, algunos murmullos seguidos de llanto, eran opacados por el enojo y de la incompetencia e injusticia que otros familiares demostraban entre ellos mismos, pero todos preocupados por una mujer, madre de la victima a quien “alguien” ya le había dado la mala noticia, a pesar de saber que padece del corazón, y solo trataban de calmarla a través de una llamada telefónica.

El ruido de los carros de la policía ministerial hizo que todos voltearan hacia la avenida 135, pero en medio de la caravana de ministeriales y la ambulancia del Semefo, una mujer de avanzada edad era acompañada de un hombre que caminaba apoyado de un bastón, algunos hombres que se encontraban sentados frente al Cereso esperando alguna noticia, al verla colocaron sus manos sobre su cabeza y mostraron una cara de no saber como decirle lo que al interior estaba sucediendo, la mujer se abrió paso entre la gente hasta que llegó a los brazos de otro de sus hijos quien entre llanto tuvo que darle la triste noticia.

En medio del llanto la ambulancia del Semefo y policías ministeriales ingresaron al penal, y fue hasta la madrugada cuando volvieron a salir para trasladar el cuerpo, más familiares ya se encontraban afuera entre ellos niños quienes a pesar de no entender lo que pasaba eran contagiados por el llanto, al igual que familiares de otros internos quienes continuaban esperando.