Quintana Roo

Por Eva Murillo

Bajo temperaturas que rebasan por mucho los 40 grados, caminando por suelo inestable, lleno de rocas y huecos, saltando los árboles que han cedido ante las llamas, avanzando en medio de densos y asfixiantes cúmulos de humo, cientos de combatientes han trabajado, sin parar, durante 21 días para ganarle la batalla al incendio, que ahora también es subterráneo, y que está complicando su extinción en el Area Natural Protegida Sian Ka’an, que está por alcanzar las tres mil hectáreas de afectación.

El recuento de las pérdidas ambiéntales por la quema de flora y la muerte de las especies de animales que tenían su hogar en la zona siniestrada aún no ha sido realizado, pues el fuego sigue siendo de alto riesgo para los combatientes.

En el perímetro del incendio hay dos puntos activos, en los que las cuadrillas de combatientes trabajan de manera directa y otros más hacen brechas cortafuego para evitar que avance.

Para quienes trabajan en el sitio de emergencia no ha habido fines de semana de descanso, todos los días entre 100 y 150 personas salen a las 7 de la mañana en los helicópteros de la Sedena hacia la zona donde está el incendio y tras nueve horas de labores, vuelven al campamento instalado en Muyil.

El terreno en la zona siniestrada, por llamas que alcanzan los cuatro metros de altura y que elevan la temperatura por arriba de los 40 grados centígrados, está lleno de huecos que difícilmente pueden ser vistos debido a lo denso del humo, está tapizado de piedras, lo que dificulta el andar de los combatientes, y los árboles caídos, porque sus bases fueron consumidas por el incendio, tejen una red que los combatientes tienen que pasar cargando el equipo para realizar sus labores. Así ha sido el día a día de las cuadrillas de las personas encargadas de apagar el incendio.

Incendio subterráneo

En el aire también hay combatientes, haciendo descargas de agua con mezcla de retardante mediante un helicóptero MI-17 de la Secretaría de la Defensa Nacional-Fuerza Aérea equipado con un helibalde, en sitios específicos de la línea de fuego.

Por el momento el 90 por ciento del incendio está controlado y un 80 por ciento está liquidado, ya que hay zonas en las que no sólo es superficial sino también subterráneo y las condiciones atmosféricas extremas dificultan su liquidación.

El informe de las autoridades ambientales detalla que el terreno tiene acumulado un colchón grueso de materia orgánica que se conjuga con un suelo cárstico con gran número de oquedades, en algunos casos con depósitos de metano generado por la descomposición de la misma materia orgánica, lo que en su conjunto dificulta la sofocación total del fuego en la zona.