Quintana Roo

Abuelitos librados a su suerte

FELIPE CARRILLO PUERTO, 19 de enero.- Dejados a su suerte, así se encuentran cuatro abuelitos que radican en la comunidad indígena de X-Ponkaj, perteneciente al municipio de Felipe Carrillo Puerto. Tal parece que la Navidad y Año Nuevo estas personas los pasaron solas, sin que ninguna instancia los cobije, a pesar de las condiciones físicas que presentan.

La localidad de Ponkaj se ubica a 36 kilómetros al poniente del municipio. Poco a poco este pueblo se va extinguiendo, dado que solamente quedan cuatro de sus habitantes, los hermanos Chuc Chuc, que son tres mujeres y un varón, todos de la tercera edad, a quienes actualmente se les dificulta desplazarse.

La población indígena, décadas atrás, se dedicaban a la agricultura, ganadería, y otras actividades, puesto que en un principio este poblado tenía casi una veintena de viviendas, y para la formación educativa de los niños de aquel entonces, fue construida una escuela del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe).

Pero en los años de 1960, y por la necesidad de que los jóvenes pudieran seguir estudiando, varias de estas familias decidieron salirse del lugar para ir a radicar en la localidad de Betania, y otros al poblado de X-Pichil. Fue así en que este poblado empezó a extinguirse poco a poco, hasta que a la fecha únicamente viven en este lugar cuatro hermanos de la tercera edad, quienes ahora se encuentran en el total abandono de las instancias que deberían proteger a las personas vulnerables, como las de la tercera edad. Incluso se desconoce cómo haya sido la Navidad y el Año Nuevo de estos abuelitos, dado que el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia no ha dado a conocer sobre las condiciones actuales en que viven.

En esta localidad, únicamente vive un varón, que es don Juan Chuc Chuc, y sus tres hermanas: Emma, de 85 años; Rufina, de 76 años, y Francisca, de 73 años, a quienes ahora, por sus condición física, se les dificulta desplazarse con facilidad hasta para extraer agua del único pozo que hay en el pueblo, con más de 15 metros de profundidad.

Por lo que estos abuelitos tiene el problema de la extracción del vital líquido para lavar los trastes de la cocina, incluso para bañarse y lavar la ropa.

La localidad de Ponkaj, en un corto tiempo, está condenada a convertirse en un pueblo fantasma, pese a que se trata de una zona donde en su momento se producía maíz, dado que es considerado monte alto, por lo que las veces que sembraban los campesinos en esta zona cosechaban maíz en abundancia.

Don Juan, en su lengua materna, dijo que el año de 1980 el último en salir de la comunidad fue el señor Andrés, quien decidió emigrar al poblado de Chunhuhub en compañía de toda su familia. Ahora en esta comunidad, que está condenada a desaparecer, sólo se pueden observar los vestigios de las viviendas de las personas que algún día radicaron en este pueblo, construidas con piedras y madera.

A los únicos que radican en este pueblo, por sus condiciones físicas y de salud, se les dificulta realizar sus actividades cotidianas; incluso ahora tienen que hacer un doble esfuerzo hasta para conseguir sus respectivos alimentos.

Por eso es necesario el apoyo de las instancias de gobierno para velar por estas personas que habitan en este pueblo enclavado en la selva, cuyo camino es de difícil acceso, toda vez que se requiere de una camioneta para poder llegar a la ranchería, debido a lo accidentada que se encuentra la vialidad.

En los últimos meses, los que se interesaron por llevar un poco de ayuda a estas personas de la tercera edad fueron los alumnos del Instituto Tecnológico Superior de Felipe Carrillo Puerto, jóvenes que tuvieron que caminar para poder llegar a la localidad para llevarles despensa a estos abuelitos.

Hoy en día se desconoce las condiciones en que se encuentran estos ancianos, cuya salud y estado físico no son los adecuados, pero tal parece que se encuentran olvidados a su suerte.