Por Yolanda Gutiérrez
De poco sirve invertir en ferias turísticas para atraer más visitantes a Cancún, si encuentran playas erosionadas, autoridades sin estrategias concretas para combatir el sargazo, pese a que ya lo tenemos encima, arenales sucios y descuidados, repletos de ambulantes, con enganchadores que acosan a quienes caminan tranquilamente, así como una ciudad insegura, donde los asaltos y robos con lujo de violencia están a la orden del día.
Cancún vende hermosas playas y placenteras estancias en el destino, pero a la hora de la verdad, los visitantes encuentran algo completamente diferente a lo que imaginaron, especialmente si sienten la curiosidad de conocer cómo viven los habitantes del destino y se atreven a salir de la zona hotelera.
La invasión de sargazo que afecta a nuestras costas de manera periódica desde hace varios años no remite y, aunque actualmente las playas están limpias y despejadas de hierbas, se pronostican nuevos recales para finales de febrero, lo que podría trastocar la temporada de Semana Santa si el gobierno en sus tres niveles no traza estrategias concretas.
Se habla de que la Armada de México estará a cargo del sargazo y para tal fin supuestamente se construyen embarcaciones especiales, pero nadie sabe qué avances llevan los barcos ni cuándo podrían entrar en operaciones.
La erosión es otro factor que afectó severamente la franja costera tras el huracán “Wilma” y, aunque posteriormente se trabajó en un programa de rescate de playas con la extracción de arena en el área conocida como “La Ollita”, la misma naturaleza insiste en recuperar lo que le pertenece; no podemos olvidar que en gran parte los responsables de la erosión son los empresarios hoteleros, que sin ningún empacho levantaron sus edificaciones sobre la duna costera, parapeto natural contra la erosión.
De lo que no se pueden librar los turistas es de los vendedores ambulantes que, tanto en los balnearios públicos, incluidos los Blue Flag, como en las playas de los hoteles, recorren los arenales y ofrecen a los bañistas sus variadas mercancías, con el beneplácito de la Zofemat, que no mueve un dedo para retirarlos ni siquiera de las playas galardonadas con el distintivo.
A este panorama le añadimos que los bañistas ya no están seguros ni en las playas, donde se han perpetrado varios ataques a balazos desde motos acuáticas contra las personas que se encontraban en la arena, mucho menos en la ciudad, con balaceras y ejecuciones en lugares públicos y centros comerciales, inclusive algunos que suelen frecuentar nuestros visitantes.