Por Yolanda Gutiérrez
A pesar de que durante la noche y madrugada del domingo se registraron temperaturas mínimas de 20 grados centígrados, conforme avanzó la mañana hubo un ascenso en el termómetro, que terminó por ubicarse en casi 27 grados, situación que, aunada al cielo despejado, propició una buena afluencia en los principales balnearios públicos del destino.
No obstante, quienes salían del agua corrían apresurados a cubrirse con toallas o cualquier otra prenda que ayudase a mitigar el frescor que se sentía al contacto de las pieles con la brisa marina.
Entre las playas más concurridas destacó Gaviota Azul, como suele ser habitual, además de Langosta, Tortugas y, en menor grado, o al menos en apariencia debido a su gran extensión, Delfines.
Uno de los mayores problemas de las playas públicas es la falta de vigilancia una vez que concluye el horario de servicio de los guardavidas, tal y como señalaron varios prestadores de servicios turísticos con los que se platicó, quienes coincidieron en señalar que en arenales como los de Gaviota Azul y la playa aledaña siempre hay gente, sea la hora que sea.
Uno de ellos mencionó que, por ser zona de discotecas, es bastante común que los jóvenes salgan de los antros y terminen la parranda en los arenales, donde amanecen, en estado bastante inconveniente.
Agregó que lamentablemente tanto el personal de Protección Civil como los guardavidas de los hoteles, cumplen una jornada laboral, que en el caso de los elementos del Grupo de Rescate Acuático concluye en temporada baja a las cinco de la tarde y desde ese momento hasta las diez del día siguiente los usuarios quedan abandonados a su suerte.
“Antes de retirarse, los guardavidas advierten a quienes aún se encuentran en las playas que si se meten al agua es bajo su responsabilidad, pero en ocasiones están tan tomados que no escuchan o, peor aún, se sienten superhombres capaces de enfrentar el oleaje, que suele ponerse más bravo a la caída de la tarde”, expresó Fernando, quien se desempeña como arrendador de sombrillas.
Otro prestador de servicios comentó que por lo general, cuando se registran muertes por ahogamiento, es a horas en las que ya no hay guardavidas en la playa, por lo que consideró urgente tomar medidas para salvaguardar la integridad física de los bañistas.
“La gente se queda en la playa hasta las siete o las ocho de la noche aunque ya no haya luz diurna; tampoco digo que se tenga personal las 24 horas pero sí en ese lapso y creo que lo más indicado sería que hubiera algún tipo de vigilancia en los arenales, como elementos de la Policía Turística, por ejemplo, en las playas más peligrosas o en las que se registran más robos, como en Gaviota Azul y Tortugas”.
Recordó que de los diez balnearios públicos que se ubican desde Playa del Niño hasta el Mirador II, solamente se cierra el acceso en Pez Volador, que prácticamente es una prolongación de Langosta y para colmo, esta es una de las playas más tranquilas de toda la zona hotelera, ideal para familias que llegan con niños pequeños, donde las probabilidades de ahogarse son mínimas.