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Quintana Roo

Temor y desinformación tras primer defunción por COVID-19 en el Estado

El primer fallecimiento relacionado con la enfermedad COVID-19 en la Entidad ocurrió en Ciudad del Carmen la madrugada del lunes. El paciente que perdió la batalla contra la pandemia, caso que fue dado a conocer por la Secretaría de Salud mediante un comunicado de prensa la mañana de ayer, fue identificado como W. J. R. A., de 49 años de edad, y pese a que las autoridades sanitarias solicitaron respetar el duelo de la familia, en redes sociales trascendieron algunos de sus datos personales, así como las dificultades para su sepultura.

La Secretaría de Salud informó que el fallecimiento ocurrió por complicaciones respiratorias diagnosticadas como Distrés Respiratorio Agudo, Neumonía Atípica y Enfermedad Respiratoria Aguda relacionada con COVID-19.

El paciente era atendido en el Hospital General “Doctora María del Socorro Quiroga Aguilar” y presentaba antecedentes de viaje a las Ciudades de Mérida, Yucatán, así como Villahermosa y Cárdenas, Tabasco, previo a su internamiento hospitalario.

De acuerdo con información extraoficial, W. J. R. A. tenía su domicilio en una colonia popular de esta ciudad, en el que algunos de sus familiares directos se encuentran también bajo observación médica, atendiendo los protocolos de seguimiento de contactos para descartar posibles contagios, ya que se supo que cuenta con una familiar adulto mayor que se encuentra con posibles síntomas y en aislamiento domiciliario.

La primera muerte por COVID-19 en Campeche fue informada a las 09:30 de la mañana de ayer, aunque el deceso ocurrió durante la madrugada, a eso de las 05:30 horas, pero generó una ola de rumores y desinformación, así como temor entre empresas funerarias que se negaban a brindar el servicio de traslado, aunque finalmente una de estas accedió y su personal acudió al Hospital General para realizar el procedimiento, debidamente protegidos con trajes biológicos.

Familiares directos no pudieron tener contacto con el paciente fallecido durante su hospitalización, por lo que tampoco se llevó a cabo su velación, fue trasladado directamente al crematorio del Panteón Colonia cerca de las 03:00 de la tarde, donde sus cenizas fueron entregadas a su familia posteriormente.

El paciente fue identificado como caso sospechoso de COVID-19 durante la última semana de marzo y en los últimos tres días antes de su fallecimiento se encontraba en el área de terapia intensiva en el “Quiroga Aguilar”.

Rumores y prejuicios

Cabe mencionar que la confirmación de la primera muerte por COVID-19 generó no sólo rumores, sino también prejuicios contra el paciente fallecido, principalmente en redes sociales, donde se especuló sobre el riesgo de contagio en el manejo del cuerpo, así como en su cremación en el Panteón Colonia, ya que circularon videos de vecinos al camposanto generaban alarma por su temor a que la enfermedad se transmita simplemente por los humos generados por la cremación.

Sin embargo, no existe evidencia científica que apunte hacia el factor de contagio en el manejo de cadáveres por COVID-19.

De acuerdo con el documento de la Secretaría de Salud Federal: “Guía de manejo de cadáveres por COVID-19 (SARS-CoV-2) en México”, indica que en la situación de emergencia sanitaria existente, la potencial restricción de acceso a hospitales y acompañamiento de familiares con el paciente grave que fallece, puede incrementar la pena por falta de cierre del proceso de duelo.

Es por ello que las instituciones deberán de determinar a un integrante del equipo de salud para que mantenga la comunicación permanente con los deudos, además de tener la sensibilidad de identificar las condiciones por las que estará pasando el familiar que incluye, además de la pérdida del ser querido, tener compromisos económicos, laborales, de organización familiar, que complican aún más la experiencia que están viviendo.

Sugiere que el trabajo social explore posibilidades de apoyo y guía de los deudos, así como facilitar el proceso de recepción y entrega de cadáveres de manera oportuna.

Incluso, se debe respetar la decisión de los familiares de ver el cuerpo si así lo solicitan, pero con las debidas medidas, pero restringiéndolo a los más cercanos.

Ya que: “No hay evidencia hasta la fecha de que exista riesgo de infección a partir de cadáveres de personas fallecidas por COVID-19; sin embargo, puede considerarse que estos cadáveres podrían suponer un riesgo de infección para las personas que entren en contacto directo con ellos, por lo que deben ser manejados según lo establecido en el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Control Sanitario de la Disposición de Órganos, Tejidos y Cadáveres de Seres Humanos y las Normas Oficiales Mexicanas relacionadas; además de considerar el respeto por la dignidad humana en el tratamiento de los cadáveres y la relación con los familiares del fallecido, y se deberá verificar que se sigan las precauciones recomendadas en esta guía en todo momento”.

Entre las normas destaca primeramente los principios de precaución y dignidad humana, así como las normas de bioseguridad y el uso del equipo de protección personal, realizar lavado de manos con agua y jabón, así como evitar tocar ojos, nariz y boca.

Además de ello, sugiere que la disposición final sea lo más rápido posible, preferiblemente mediante cremación, ya que el manejo de las cenizas no supone riesgo alguno, aunque no excluye la inhumación en sepultura o bóveda de no ser posible la cremación.

(Texto: Carlos Valdemar / Fotos: POR ESTO! / Especial)

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