El robo de cables de cobre, tubos y objetos destinados a los servicios se incrementó considerablemente el año pasado en Cancún, de acuerdo con la estadística del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública (SENSP), que establece que durante el 2019 se denunciaron seis hurtos, mientras que el año pasado el conteo cerró en 262.
Las cifras señalan que desde marzo que inició la pandemia, los casos pasaron de diez robos mensuales a 19 y fue incrementado gradualmente hasta el mes de diciembre, que cerró con 40 robos, lo que representa un aumento de casi 300 por ciento.
Fuentes de la policía preventiva mencionaron que la crisis provocada por la pandemia obligó a familias enteras a salir a buscar material reciclable para vender en algunas recicladoras y en su afán por conseguir algo dinero hurtan tuberías.
En ese sentido, las fuentes mencionan que ya han detectado personas que llevan el material en sus triciclos y diablitos, pero es difícil saber si robaron los cables y tuberías o en realidad se los regalaron, por lo que son liberados sin ningún cargo.
El mando policiaco explicó que es en las colonias irregulares donde más ocurre el robo de cableado eléctrico, mientras que en los fraccionamientos de interés social como Villas Otoch Paraíso y Los Héroes también se dispararon las cifras, esto debido a que algunas casas se encuentra abandonadas y ello es aprovechado por los ladrones para llevarse la instalación eléctrica.
En el caso de las colonias irregulares se trata de las tuberías de las bombas de agua las que son arrancadas, por lo que algunos propietarios optan por usar tubos de PVC ante el creciente robo de cobre.
Personas dedicas la recolección de material reciclable coincidieron en que para ganar una buena cantidad que valga la pena, es preciso conseguir algo de cobre o aluminio, debido a que son los materiales por los que más pagan las recicladores.
Reconocieron que cuando sólo encuentran PET apenas y alcanzan a sumar 60 pesos por una carga bastante grande (de más de 10 kilos) en cambio con unos dos o tres kilos de cobre le pagan hasta 300 pesos, por lo que algo de cobre para ellos es como ganarse la lotería.
Mencionaron que aunque ellos respetan la propiedad ajena, existen personas dedicadas al 100 por ciento a robar cobre, sin importar las consecuencias, incluso ante la posibilidad de morir electrocutados por cortar un cable de uso rudo de los llamados “diablitos”.
Por su parte, los propietarios de la recicladoras coincidieron que les imposible saber la procedencia de todo el material que compran, debido que hasta antes de la crisis provocada por el COVID-19 iban hombres sin hogar y viciosos a vender cobre y aluminio, pero ahora lo hacen familias enteras de todos los extractos sociales.
CG