La inactividad que dejó la pandemia del COVID-19 por el cierre de escuelas, gimnasios y espacios deportivos sumió a la población en un latente incremento de obesidad que pone aún más en riesgo su salud, reconoció el doctor Federico Escudero Luis, director del Hospital Integral de Kantunilkín.
Antes de la pandemia, se llegó a acuerdos con algunas escuelas, para que estas seleccionaran a varios alumnos con obesidad y los enviaran al centro de salud para un control alimentario, proyecto que marchaba bien.
Con la llegada de la pandemia y el miedo a la enfermedad, se perdió ese control de los alumnos que dejaron de asistir a sus chequeos, además de que el hospital priorizó la atención de enfermos de COVID-19, de modo que al recaer en la inactividad, además de recurrir a la ingesta de alimentos chatarra, se prevé un incremento de casos.
Evitar futuras enfermedades, como el alza de triglicéridos
El problema no solo es en los menores que se pasan horas sentados frente al televisor, los videojuegos o con el celular, también afectó a jóvenes y adultos que ante el cierre de ligas deportivas dejaron de hacer ejercicio, debido al cierre de gimnasios, escuelas de zumba o espacios deportivos donde no se permita mayor aglomeración.
Sin embargo, el médico expuso que la actividad física la pueden hacer en casa y en familia, disfrazando incluso las rutinas con juegos tradicionales, donde tengan que caminar, correr, saltar, estirarse y estar en movimiento y sobre todo, evitar comer productos chatarra, como frituras o productos embotellados.
Evitar la obesidad, también evita enfermedades futuras, como el alza de los triglicéridos, el colesterol, la diabetes y la hipertensión entre otras, que son de preocupación en caso de contraer el coronavirus.
CT