Existen familias que ante la necesidad tienen que quedarse a vivir en las inmediaciones del Hospital General de Playa del Carmen, los cuales han instalado hasta sus hamacas para dormir en los árboles de ceiba, mientras hacen guardia en espera de que sus parientes sean dados de alta.
Tras lo anterior, pudo constatarse que esta necesidad sigue persistiendo aún en plena pandemia, pero con la variante que los ciudadanos se las han ingeniado para poder descansar de las largas noches en vela, tal y como lo ha hecho, María Bety Mezeta, quien junto con su hija y una cuñada se alternan el estar de guardia y pendiente de su suegro Emilio Uc Noh, que ingresó hace un mes por COVID-19 al Hospital General de Playa del Carmen.
¡Descansando en su limpia hamaca de color azul, la habitante de Leona Vicario en el municipio de Puerto Morelos, informó a diario POR ESTO! Que la situación económica no le permite a su familia pagar un hospedaje o alquilar una vivienda, porque además en un principio el estado de su suegro de 72 años de edad, era delicado, ya que le faltaba el oxígeno.
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“A mi suegro no lo entubaron, ya lleva un mes ingresado, ya le quitaron la máscara de oxígeno y solo tiene unos tubitos en la nariz por donde le entra el aire, pero ya se está recuperando, creo que ha sido así porque fue campesino. Con él nos comunicamos solo por teléfono, pero de acá no nos movemos”, dijo Bety, quien ha puesto si se puede decir, un mini campamento, al tener un galón de agua potable, comida y algo con qué taparse en las noches.
Al cuestionarla sobre si a las familias que han colocado sus hamacas les han intentado sacar del jardín del hospital, la madre de familia comentó que el intendente se acercó para decirles, “no están a la orilla de la playa para que cuelguen sus hamacas”, pero le contestó que no tienen a dónde ir y que no tienen familia, pero que su presencia constante es vital, por cualquier cosa que se presente por su suegro que está enfermo, “¿en dónde más vamos a descansar? No estoy estorbando a nadie”.
María Bety mencionó que cuando su suegro ingresó estaba muy morado y estuvo a punto de morir dos veces, pero poco a poco ha podido evolucionar.
“Cada ocho días que regresó a mi casa en Leona Vicario me baño, por ejemplo viajo los sábados al medio día y regreso el domingo en la tarde, pero llueve o relampaguee nos quedamos acá hacer guardia. Si necesito ir al sanitario me permiten pasar al nosocomio para hacer mis necesidades. El costo de la comida, es altísimo para nosotros, de cajón gastamos al día 200 pesos, porque somos dos personas, generalmente solo hacemos una comida fuerte porque en la cena ya no comemos, solo si llegan los hermanos a darnos pan dulce y café”, informó.
Del otro lado del jardín, están los padres de familia de Brigida Cano quien ingresó al Hospital General de Playa del Carmen porque se le complicó el embarazo de ocho meses y lamentablemente perdió al neonato, pero tuvo secuelas, ya que se le infectó la herida de la cesaria.
Los padres provenientes del municipio de Chemax, Yucatán comentaron que también ellos tienen que quedarse a dormir en sus hamacas porque no tienen el dinero para estar en otro lugar, pero sobre todo por el delicado estado en el que está su hija de 36 años de edad.
La mamá de Brigida reveló que han recibido ayuda hasta de un enfermero, que los ha llevado a su casa para que puedan bañarse, así como otros ciudadanos que se solidarizan con su situación al permitirles asearse en sus casas y hasta darles comida.
El padre, Ignacio Cano, reveló que a diferencia de los enfermos de COVID-19, por lo menos pueden ingresar a ver a su hija, “apenas la trajimos nuestras hamacas, es caro quedarse acá apenas una medicina de levofloxacino nos sale en 580 pesos, y cuatro más han sido de dos mil pesos”.
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RM