Vuelan miles de kilómetros desde sus hogares, en el Hemisferio Norte, para pasar la temporada invernal en zonas más templadas y cálidas. Algunas aves lo hacen por primera vez y, aún así, conocen el camino a la perfección, confiando en su instinto.
México, parada obligada para muchos de estos animales como destino final o de paso, recibe 4 mil 700 millones de aves cada año en sus casi 300 Zonas de Conservación; la Península de Yucatán, con una veintena de éstas, es huésped anual de millones de visitantes voladores.
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La migración de las aves es un fenómeno que indica el estado de los ecosistemas, pues la llegada o ausencia de aves a sus destinos refleja la buena o mala salud del entorno natural en el país.
La destrucción de sus hábitats para ceder terreno a la agricultura y ganadería, el uso excesivo de pesticidas y la caza indiscriminada afectan de manera directa sobre su comportamiento y trayectos. La crisis climática, indirectamente, es otro enemigo que amenaza su supervivencia.
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