De acuerdo con la Secretaría Estatal de Salud (SESA), 84 por ciento de muertes por COVID-19 en Quintana Roo están asociadas a la diabetes, el 74 por ciento a la hipertensión y en el 47 por ciento de los casos a la obesidad.
El exceso de glucosa en la sangre es uno de los factores que hacen que un paciente de COVID sea más propenso a morir, ya que daña órganos vitales, como los riñones, lo cual complica más los efectos del virus, también el hecho de que las personas tengan menor capacidad de cicatrización.
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“Entonces, cuando un organismo dañado por esta enfermedad (diabetes) se infecta o contagia de un virus como el COVID-19, que incluso puede ser un linaje o cepa más agresiva como la Delta, es muy difícil la recuperación, sobre todo si la diabetes que padece el paciente ya debe de ser controlada con insulina”, dijo en entrevista Manuel Aguilar, exsecretario de Salud en Quintana Roo.
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Las dos variantes principales de diabetes son la Tipo 1, que es menos común y se presenta a cualquier edad, pero se diagnostica con mayor frecuencia en niños, adolescente o adultos jóvenes, y el cuerpo no produce o produce poca insulina, “esto se debe a que las células del páncreas que producen la insulina dejan de trabajar, por lo que se necesitan inyecciones diarias de insulina”.
Mientras que la diabetes Tipo 2 es la más común, y en ella el cuerpo no produce o no usa la insulina adecuadamente, se presenta a cualquier edad, pero con mayor frecuencia en las personas de mediana y tercera edad.
De acuerdo con el profesional de la salud, una persona tiene mayor probabilidad de desarrollar diabetes Tipo 2 si no se mantiene físicamente activa y tiene sobrepeso u obesidad.
El confinamiento por más de 17 meses debido a la pandemia juega un papel importante en los hábitos de las personas, incentiva el sedentarismo y que se ingiera mayor porcentaje de calorías, que “lógicamente van a ocasionar sobrepeso u obesidad”, por lo que recomendó hacer ejercicio, comer más saludable y realizarse chequeos de rutina, “esto último nos cuesta mucho trabajo porque no estamos acostumbrados a invertir en nuestra salud y hasta que nos duele algo acudimos al doctor, cuando debería de ser un hábito, realizarse por lo menos una vez al año un chequeo general”.
Expresó que algunas de las personas que pudieran formar parte de las estadísticas ignoraron que padecían la enfermedad, y al ser contagiadas por el virus del COVID-19, “que pudo haber sido el nuevo linaje Delta”, presentaron la comorbilidad y, al no tener un diagnóstico oportuno y por ende un control, fue difícil que lograran recuperarse.
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Finalmente, recomendó a las personas diagnosticadas con alguno de estos padecimientos a cuidarse el doble, mantener el control de su enfermedad, acudir a sus citas regulares y vacunarse contra la enfermedad del COVID-19, ya que este conjunto de acciones minimizará las probabilidades de contagio e incluso de defunción, en caso de contraer el virus.
CG