Salvador, conocido como el "Pirata del Caribe", es el protagonista de una de las historias más impactantes en la historia criminal de México. Su participación en el llamado "robo del siglo" en Quintana Roo, específicamente en el atraco al ferry México 1 en 1999, lo llevó a la cárcel. Sin embargo, lo que más ha llamado la atención es que, tras 23 años en prisión, aún no ha recibido sentencia.
En una entrevista con Saskia Niño de Rivera, transmitida en su podcast Penitencia, Salvador compartió su experiencia dentro del sistema de justicia penal en México. Durante la conversación, explicó las razones detrás de la dilación en su proceso legal, el cual sigue bajo el antiguo sistema inquisitivo, y cómo ha enfrentado las dificultades de pasar más de dos décadas en prisión sin una resolución definitiva de su caso.
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Un proceso judicial interminable
Salvador mencionó que, al estar bajo el sistema penal anterior al juicio oral, su caso ha estado marcado por una serie de irregularidades y retrasos.
La ley en papel es perfecta, pero llevarla a la práctica es sumamente difícil", comentó. Su proceso, que comenzó con su detención el 13 de agosto de 2001, ha estado lleno de postergaciones, audiencias diferidas y falta de resolución.
El antiguo sistema de justicia permitía la prisión preventiva por periodos largos, algo que Salvador ha vivido en carne propia.
"He aprendido a vivir con la incertidumbre", aseguró. "Desde 2020 dejé de presentar pruebas en mi defensa, esperando que el juzgado se pronuncie. Pero la realidad es que siguen posponiendo mi sentencia".
El impacto de la prisión preventiva
Uno de los aspectos más controversiales de su caso es el uso prolongado de la prisión preventiva. Según Salvador, este tipo de encarcelamiento preventivo debe existir para delitos graves, pero no debería extenderse tanto tiempo para delitos menores o aquellos que no representan una amenaza directa a la sociedad.
"Nosotros somos parte de un sistema donde la reinserción social es una letra muerta", afirmó. Durante su tiempo en prisión, Salvador se ha dedicado a estudiar leyes y defenderse a sí mismo, tras sentir que su proceso ha sido afectado por corrupción e irregularidades dentro del sistema judicial. "Aprendí la ley de amparo y el código penal, y me he vuelto mi propio abogado", compartió.
El robo del siglo: un caso complicado
Salvador admite su culpabilidad en el robo al ferry México 1, pero niega la acusación de homicidio calificado que pesa sobre él. "Sí soy culpable de un homicidio, pero fue un homicidio culposo, no doloso", aclaró. En la operación que él lideró, junto con otros cómplices, los custodios del barco fueron arrojados al mar equipados con chalecos salvavidas y aros de rescate. Sin embargo, una serie de hechos fortuitos, como la lesión de uno de los custodios, complicaron la situación, resultando en la muerte de uno de ellos.
Salvador insiste en que sus actos no tenían la intención de quitar la vida a nadie. "Los actos que realizamos estaban dirigidos a preservar la vida, no a acabar con ella", explicó. A pesar de esto, ha sido acusado de homicidio calificado y enfrenta una posible condena de hasta 60 años.
El desgaste emocional y familiar
Uno de los aspectos más duros de su encarcelamiento, según Salvador, ha sido el impacto en su familia. "He perdido años viendo crecer a mis hijos, he estado ausente en momentos importantes, como su graduación, sus 15 años, sus bodas", lamentó. Para él, ninguna cantidad de dinero justifica los años perdidos lejos de sus seres queridos.
"Después de 23 años, me pregunto si realmente valió la pena. Y la respuesta es no", confesó Salvador. A pesar de haber cometido el robo más audaz en la historia de Quintana Roo, hoy reflexiona sobre las consecuencias de sus actos y la incertidumbre que ha marcado su vida desde entonces.
La espera continúa
Salvador sigue esperando una sentencia definitiva. A pesar de que ya ha cumplido más de dos décadas tras las rejas, su caso sigue sin resolverse. Mientras tanto, continúa luchando por su libertad y por cerrar este capítulo de su vida.
Su historia pone en evidencia las deficiencias del sistema de justicia mexicano, especialmente en lo que respecta a los casos que siguen bajo el antiguo sistema judicial.
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