Sin duda, Quintana Roo se rodea de misticismo y cultura de los Mayas, que dominaron la Península de Yucatán, y que muchos de sus asentamientos se mantuvieron en pie, soportando el paso inclemente de los siglos.
Estas zonas arqueológicas fueron testigos de aquel esplendor y que ahora, nos muestran historia que los antepasados de la región vivieron y la forma de trabajo de cada uno.
La zona arqueológica de Xcaret es una de ellas; el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indicó que su nombre real es 'P'olé', cuyo significado baja de la palabra raíz 'P'ol' que tiene que ver con comercios, trato con mercaderes.
Este lugar, según las investigaciones, fue un puerto comercial maya muy importante de la región, además de servir como punto de unión marítima de la zona continental y la isla de Cozumel.
En su alrededor, por su ubicación y vestigios encontrados en su interior, se sabe que fue una aldea de agricultores y pescadores; la forma arquitectónica redondeada de algunos bordes en sus edificios y la cerámica del norte peninsular denota que eran construcciones propias de una zona costera de la época.
La belleza que rodea a la zona arqueológica es una vegetación propia de la región que permite la relajación del visitante, ya que con la cantidad de especies de árboles endémicos y el trinar de las aves, hacen imaginar cómo vivían los mayas diariamente, admirando lo hermoso de la selva.
Su esplendor fue entre los años 1000 y 1500 d. C. y se benefició de la llegada de visitantes y comerciantes a la zona que dejaban como pago piedras preciosas como el Jade, y perteneció a la ruta comercial que se extendió a Honduras.
Al estar casi al frente de Cozumel (en maya, llamado Cuzamil), se transformó en el puerto predilecto para los pobladores que deseaban cruzar a la isla para rendirle honores a la Diosa Ixchel en su templo (actualmente destruido).
Su acceso está sobre la carretera Cancún - Chetumal a la altura del parque del mismo nombre; en el estacionamiento se observará una caseta de entrada, propiedad del INAH y las visitas son guiadas por los colaboradores del instituto que cuentan a detalle las historias de estas ruinas.
Con información del INAH
CG