Yucatán

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MAXCANU.- Los productores de jícama, insumo insustituible para el sabroso xec de finados, esperan que el precio de este tubérculo rebase los 550 pesos por caja de unas 350 piezas, ya que la cosecha viene retrasada y hay escasez.

Además, hoy en la madrugada, es fecha clave para su venta en el Mercado Lucas de Gálvez de Mérida.

POR ESTO! presenció ayer el trabajo de campo de los productores, el proceso de lavado y conversó con el comercializador, que llega a comprar la jícama para venderla en la capital del Estado.

En el sur del municipio, donde la tierra es roja, los productores siembran jícama, maíz, calabaza, espelón, ibes, y cosechan lo que el temporal de las lluvias les permite.

Tradicionalmente siembran la jícama en julio, cuando hay lluvias, y cosechan a mediados de octubre, pero este año, las cosechas comenzaron hace tres días, lo que ha elevado su precio porque hay escasez.

En el mercado de Maxcanú la bolsa de 5 jícamas lavadas es de 20 pesos: “está cara porque son primeras cosechas, el saco está en 600 pesos; por las lluvias se retrasó”, dijo la ventera.

En Chukum, una de las zonas productivas del sur del municipio, Mario Gutiérrez Canul regresaba ayer en su triciclo con un costal de jícamas y sus dos compañeros de trabajo: “es el primero que saco y pepenado lo hice. Sembré una hectárea, unos 20 mil pesos por la semilla, mano de obra y preparación de la tierra; lo hicimos en julio y vamos atrasadísimos en cosechas, hace 10 días debimos haber empezado, pero no está lista la jícama, es por la santa lluvia, no hubo suficiente y así perneado sacamos un bulto que vamos a lavar y ya está pedido, está vendido en 500 pesos”, dijo.

Relató que la jícama de Maxcanú es muy solicitada por su sabor, textura y jugo: “entre más frío, más dulce queda la jícama, pero aunque la misma semilla se siembre en otras zonas, el sabor no es igual.

Gustosa de luciérnagas

José Alfredo Argáez Canul, productor en esta misma zona, coincidió en que el suelo de Maxcanú tiene características que le dan a la jícama el sabor, textura y jugosidad que no sucede en otra región, aún con la misma semilla, lo que la hace única y demandada.

Sin embargo, cada vez hay menos producción, ya que los jóvenes no tienen interés en el campo, sino en trabajos de albañilería o de servicios, y los productores mayores van dejando la actividad.

“Acá hay que venir temprano, para que te agarre aquí el amanecer y aprovechar el poco sol, cuando el sol ya pega, nos vamos. Esta vez sembré 30 mecates de jícama, su semilla es como una lenteja y se siembra como en un cuadrado: picas, pones la semilla, vuelves a picar y pones la semilla, hasta hacer un cuadro de 4 puntos, se siembra en julio para tener cosecha antes de finados, pero la lluvia que cayó fue en abundancia y luego ya no hubo.

“Para la jícama debe ser paulatina la lluvia, y requiere mucho trabajo manual, no es de maquinaria ni de químicos, porque una vez sembrado, no se rocía nada, porque la jícama lo absorbe y hay que deshierbar manualmente”, dijo.

Relató que el control de plagas es difícil, ya que las hojas de la jícama son una delicia para las luciérnagas, que iluminan los campos por las noches.

“Sí se ve bonito, pero si muerden las hojas, perjudican al tubérculo, porque las hojas son las que deben estar sanas y por ahí entran todos los nutrientes. Otros que buscan el tubérculo son los ciempiés, y ahí vamos viendo cómo controlar”, dijo.

Cada vez menos

Reconoció que es una actividad rentable, cuando el precio repunta, como ahora, pero cada vez hay menos productores.

“Acá hace 5 años habíamos 64 productores y ahora somos unos 50, cada vez menos, y cada vez hay menos producción y sólo hay un comprador, el de Akil, que baja a comprarnos y lo lleva a Mérida”, dijo.

Acompañado de Fabián Sebastián Rodríguez Rodríguez, Marcelo Yam Cauich, Luis Ceb Hernández y William Viana Viana, relató que cuando el precio baja es a 350 pesos, lo cual hace rentable la actividad, pero expresó su preocupación porque desaparezcan las famosas jícamas de Maxcanú.

De acuerdo con datos de Sagarpa, de las 60 hectáreas que se destinan a la siembra de jícama, 52 son de Maxcanú, de manera que es el principal productor.

“Se está acabando esto de la jícama, es una realidad, prefieren irse a la sal de Celestún por 500 pesos al día, ahora los 50 que quedamos sacaremos unas 5 toneladas, no más”, dijo.

Propuso que los jóvenes que estudian carreras afines al campo pongan sus intereses en la jícama y que haya una sinergia jóvenes y gobierno para incentivar la producción.

La venta

Ayer realizaron la tercera cosecha en los terrenos de Argáez porque llegaría el comprador para llevarse todo lo posible, ya que hoy 31 es el mejor día de venta en el Mercado Lucas de Gálvez.

Llenaron los sacos de jícama y los llevaron a la casa para lavar.

El comprador es Vicente Vela Chan, originario de Akil.

“Desde hace 12 años vengo a comprar la jícama acá, porque me la piden, no sabe igual la de Dzan o de otro lugar; lo aprendí a comprar acá por mi mamá que ha sido comerciante. Compro hoja y espelón, la jícama, soy comerciante y vengo hoy por que mañana es buen día para la venta en el mercado Lucas de Gálvez.

“No ha salido bien la cosecha y hoy vengo a ver, porque la gente la pide. Hace 12 años me llevaba 3 toneladas, unos 280 bultos, un camión completo, ahora me llevo unos 80 bultos, ya no es como antes. De antes no podía comprarle más que a un productor, ahora son unos 4, y sacan poquito y si además viene retrasada, pues sube el precio”, dijo.

Auguró que el precio de la jícama estaría por arriba de los 550 pesos la caja al productor, aunque en Mérida pueda llegar hasta 200 pesos más arriba.

“Esto que voy a llevar, espulgado lo tuvieron y se debe vender en la madrugada de mañana, porque si no la gente no lo compra. Mañana es buen día para la venta, van a llegar de otros pueblos a comprar”, dijo.

En Maxcanú era visible en algunas casas el lavado de las jícamas y los preparativos para que pasara el comprador y se llevara la cosecha para lograr un buen precio.

El secreto

Aunque la demanda fuerte de jícama es finados, el mejor sabor de este tubérculo es cuando se siente más frío, cuando hay neblina y cae heladez, porque “es cuando más jugosa y dulce se pone, sólo pasa aquí”, concluyeron.

(Verónica Martínez)