Por Romeo Frías Bobadilla
En un abrir y cerrar de ojos
En este puerto hemos tenido a muchos personajes, que sin contar hechos reales, hasta sus “rollos” eran interesantes y los disfrutaba cualquiera que platicaba con ellos.
En el caso de Alberto Nazor Nemer “Valencia” se deleitaba uno escuchando sus relatos, que tienen de todo para interesar hasta aquellos que lo traten por primera vez.
“Beto”, como le conocen por las generaciones de estos tiempos, con 79 años de edad, tiene mucho que contar desde sus abuelos (doña Cristina fue todo un personaje hace 80 años cuando salía a la calle con la ropa típica de su tierra y con el palo en la mano correteaba a todo aquel que le ponía mala cara), hasta su vida actual, como observador de estos tiempos.
Nadie de las generaciones actuales sabe que el apodo de “Valencia” que le colgaron los habitantes de Progreso, hace cerca de tres cuartos de siglo, se debe a que le gustaba cantar por un “tostón” (moneda de cincuenta centavos) la célebre canción muy popular en aquellos tiempos.
“Un hermano de Trino López, que daba servicio de transporte en su carreta, me oyó cantar ‘Valencia’, y desde entonces se me quedó el apodo”, recordó don Beto Nazor.
Don Jacobo contrajo nupcias con una bella mujer, doña Rosita Nemer, a quien el viejo sastre le llevaba más de 25 años, y en realidad fue tan hermosa la madre de don Beto, que bien hubiera podido ser artista de teatro o cine, y de cuyo matrimonio nació Cristina, a quien la chamacada de aquellos tiempos le puso “La Negra”, otra belleza de este puerto.
Entre alusión y alusión de sus familiares “Beto” Nazor, antes de fijar su residencia en México, incluso contó la anécdota cuando él cantaba a la “Colonia” y “Valencia”, por cincuenta centavos. Sin embargo, el célebre Rachini, otro árabe muy famoso en Yucatán, le quiso poner precio a las canciones del chaval, es decir de cincuenta centavos a dos pesos, fracasando el negocio y dejando Beto de meterse en la bolsa muchos tostones.
Nazor hace relatos también sobre sus amigos Raúl y Nacho Fernández, que fueron unos “cerebritos” en el estudio y de Pepe Frías, el “astaire” progreseño, así como de “Boyoyo”, Kiko Cataño, Fernando Ortega y de otros muchos de su generación.