Colectivo “Prof. Pánfilo Novelo Martín”
Canek dijo:
Nosotros somos la tierra;
ellos son el viento.
En nosotros maduran las semillas;
en ellos se orean las ramas.
Nosotros alimentamos las raíces;
ellos alimentan las hojas”.
Ermilo Abreu Gómez
Dice el Presidente Electo de México, Andrés Manuel López Obrador -persona de buena fe-, quien asumirá funciones el próximo primero de diciembre, que escuchará todas las voces y opiniones; que su gobierno impulsará una democracia participativa. Le hemos tomado la palabra con la única finalidad de coadyuvar con tan grande responsabilidad.
Un día como hoy 19 de noviembre del ya lejano año de 1761, tuvo lugar en la población de Kisteil, uno de los movimientos de resistencia armada más importante del pueblo maya peninsular, en contra de la dominación colonial. Hoy cumple 257 años de aquel histórico acontecimiento que dirigió Jacinto Canek. El alzamiento fue brutalmente reprimido por las autoridades coloniales, y Canek cruelmente ejecutado en la plaza principal de Mérida el día 14 de diciembre del mismo año. En homenaje a la memoria de este héroe maya y de los hombres y mujeres que con él cayeron, hoy se reúne el Colectivo “Prof. Pánfilo Novelo Martín” ante su monumento, en el lugar de los hechos: Kisteil, para realizar una ofrenda floral y recapitular este pasaje histórico del pueblo maya; a la luz de los acontecimientos contemporáneos.
La historia del pasado sólo tiene sentido si es útil para transformar el presente e impulsar el futuro en bien de las nuevas generaciones. En este sentido, a la luz de nuestra historia regional, es bueno no olvidar, para bien de la memoria colectiva, que todo el Sureste mexicano es territorio maya desde los más lejanos tiempos prehispánicos, y lo sigue siendo en cuanto que actualmente la población de toda esta región que ocupan los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roó y Yucatán, sigue siendo fundamentalmente territorio maya. Para unos, los censos oficiales que, con frecuencia subestiman a las poblaciones indígenas, son los únicos válidos; para nosotros los mayas, que nacimos en estos pueblos y sabemos lo que piensan y sufren y por qué a veces ocultan su verdadera identidad, sabemos que somos originarios y seguimos siendo mayoría como en la época colonial.
Pero, ¿para qué hablar de estadísticas censales en este momento? Mejor hablemos del Tren Maya y de las consultas que son temas de actualidad y de gran interés general y, por cierto, estrechamente vinculados con el pasado y futuro del pueblo maya y con la historia nacional y global de nuestros tiempos. Pues, como se sabe, el proyecto del Tren Maya es una iniciativa más del modelo de desarrollo neoliberal –mejor dicho, neocolonial- que pretende allanar las diferencias regionales en beneficio de una globalización planetaria bajo el predominio de Occidente.
Dicho lo anterior, a continuación, vamos a discutir qué entendemos por el Tren Maya y algunas de sus implicaciones socioeconómicas y ambientales, para luego pasar a comentar la importancia de las consultas y, finalmente, algunas consideraciones a manera de sugerencias.
Queremos reiterar que los pueblos originarios tienen muy claro que la ciencia y la tecnología son de mucha utilidad para mejorar las condiciones de vida de la humanidad en general. Pero también saben que los grupos sociales que tienen el monopolio de estos conocimientos no los han utilizado precisamente para el bien de todos, sino para perpetuar su hegemonía, su poder sobre los demás. En este sentido, y viendo las experiencias y consecuencias de otros megaproyectos, consideramos que el Tren Maya podría tener un impacto social y ambiental no precisamente en beneficio de los sectores sociales más vulnerados, sino todo lo contrario. En realidad, el modelo de desarrollo industrial y capitalista nunca ha sido sustentable; nunca lo será, no obstante los esfuerzos que se hacen para mitigar sus nocivos efectos. Para la fauna y la flora de la región y para la gente enraizada en estos territorios desde sus antiguos orígenes, nada será igual después del Tren Maya. No dudamos que traerá mucha prosperidad, pero no será para todos; esto ya se sabe bien. Obviamente, los pueblos que viven fundamentalmente del trabajo de la tierra, apegados a sus ancestrales tradiciones culturales, serán los más afectados por el impacto social y ambiental de tan importante proyecto. Nos referimos específicamente a los pueblos y comunidades mayas, y no precisamente por el paso del tren, sino porque estos megaproyectos poco a poco se van apropiando de nuestros recursos naturales y culturales sin resolver la condición de marginación en la que han sido colocadas históricamente.
Ahora bien, ¿Por qué estas iniciativas empresariales no revierten el proceso de empobrecimiento de las clases populares? Podríamos decir que estas relaciones desiguales e injustas se deben a una situación estructural muy compleja; que no depende de la buena o mala voluntad de las personas, ni de aquellas que se encuentran en posición dominante, ni de las que se encuentran subordinadas. Sin embargo, todos reconocen que se trata de una situación injusta, que no es irreversible, y que es responsabilidad de todos resolverla en bien de la humanidad.
Ya lo hemos dicho, los sectores sociales marginados no están en contra de la modernidad, entendemos que el problema no se debe propiamente a la ciencia y la tecnología, el problema es más de carácter social, somos todos y todas, pero la mayor responsabilidad es de los grupos oligárquicos que tienen el control de la economía, y de la clase política que no logra impulsar, a través del Estado, condiciones de mayor justicia y equidad. En estos días se pueden ver en los medios masivos bastante información sobre el Tren Maya y otros megaproyectos, y se puede ver cómo las cúpulas empresariales no logran disimular su regocijo, seguramente entusiasmados porque el tren vendría a consolidar sus lucrativas empresas.
Por su parte, las comunidades mayas tampoco pierden las esperanzas de mejorar sus condiciones de vida, y ven en el proyecto del tren una oportunidad más. Nunca dejarán de luchar por sus derechos. El sacrificio de Jacinto Canek nunca será en vano; la memoria de las luchas de resistencia del pueblo maya serán siempre la energía moral que mantendrá vivas nuestras reivindicaciones. Nuestro ánimo es mayor ahora que sabemos que AMLO y el nuevo Gobierno son los mejores aliados de nuestras causas. Tiempos buenos para continuar participando en la construcción de un país más justo y digno para las generaciones actuales y venideras.
Cabe preguntar, sin embargo: ¿Qué tendrá de maya el Tren Maya? Conociendo la historia y la realidad de nuestros pueblos, resulta fácil intuir que en su construcción las comunidades mayas aportarán fundamentalmente dos cosas: sus territorios y la mano de obra que se utilizará en la fase de “obra negra”. Pero, una vez en funciones, los pueblos y comunidades mayas aportarán la “materia prima” más ambicionada por la industria turística, su patrimonio cultural, material e intangible: monumentos históricos, museos, tradiciones, gastronomía, artesanías, playas, paisajes. No es casual que la ruta principal del tren sea de Palenque a Tulum, pasando por Calakmul y Chichén Itzá y otras importantes ciudades mayas. Todo es patrimonio del pueblo maya. ¿A cambio de qué? ¿De unos cuantos empleos mal pagados? Hoy estamos viendo cómo en la antigua ciudad sagrada de Chichén Itzá, los empresarios bien cimentados no cesan de hostigar a casi mil artesanos y artesanas que día a día ofrecen sus productos al turismo. ¿Será que en las estaciones del Tren Maya van a permitir a los indígenas vender sus productos? O los echarán afuera como le sucedió a la propia Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, en cierto hotel de la Riviera Maya. Al parecer, lo maya del tren es solamente mercadotecnia, un valor agregado a priori en beneficio exclusivo de la industria turística. Ahora bien, ¿quién retribuirá a las comunidades indígenas el usufructo de su patrimonio cultural por parte de las empresas de turismo?
Afortunadamente, el nuevo Gobierno ha establecido como política las consultas a la ciudadanía respecto a las grandes decisiones de interés nacional; una política fundamental para profundizar y consolidar nuestro régimen democrático. Las consultas ciudadanas constituyen oportunidades para que los pueblos y comunidades obtengan más información sobre este tipo de proyectos y puedan expresar libremente sus opiniones. Sabemos, sin embargo, que no es un diálogo entre iguales. Los representantes de las comunidades se encuentran en desventaja a la hora de negociar con los representantes de los empresarios y de las propias instituciones que avalan los proyectos, precisamente por la falta de información sobre sus propios derechos y sobre las características y alcances de estos proyectos. Pero vamos a participar, y convocamos a todas nuestras comunidades a participar, porque estamos convencidos de que sólo participando podemos avanzar en la solución de nuestras demandas. Ahora que nos toman en cuenta, no podemos desaprovechar la gran oportunidad.
La consulta pública es un derecho que tienen los ciudadanos y, en particular, los pueblos y comunidades indígenas. Urge actualizar y armonizar las bases jurídicas y reglamentos correspondientes, para que se cumpla cabalmente con su carácter de consulta previa, libre e informada; con el objeto de proteger debidamente los derechos de las comunidades; de modo que las empresas industriales y/o megaproyectos no les afecten o lo hagan lo menos posible. Que se procure los mayores beneficios para dichas comunidades. Que se respeten los acuerdos. Que no se olvide que son ya cinco siglos de deuda histórica a los mayas, a los pueblos indígenas del país en general, y que no sería justo seguir mermando sus posibilidades y recursos de sobrevivencia.
Finalmente, consideramos que, en su momento, las consultas deben llegar a los pueblos y comunidades que pudieran ser afectadas. Que las mismas garanticen la protección integral de los derechos de las poblaciones. Y que los gobiernos vigilen y garanticen el debido cumplimiento de los acuerdos que emanen de las mismas. Que se retribuya conforme a la ley a las personas y comunidades que pudieran ser afectadas. Muy importante resultaría que las propias comunidades indígenas, y la sociedad en general, vayan asumiendo iniciativas para organizarse y participar de la manera más conveniente a sus intereses y en bien de toda la sociedad, antes, durante y al entrar en funciones dicho medio de transporte. Por su parte las instituciones pertinentes y organizaciones de la sociedad civil deben mantener debidamente informada la opinión pública, asesorar a las comunidades, difundiendo información veraz y oportuna en torno al proyecto, con el objeto de evitar toda forma de conflicto y prácticas de corrupción. Pero sobre todo para propiciar la participación genuina de la ciudadanía como principal garante de la nueva transformación democrática de nuestro país que está impulsando desde ahora el nuevo Gobierno federal. En este sentido, valoramos en lo que vale, la enorme contribución de los medios de comunicación que, como los Por Esto!, están comprometidos con las causas más nobles de la sociedad.
Respetuosamente: El Colectivo “Prof. Pánfilo Novelo Martín”, Impulsores del pueblo maya: Nicolás de Jesús Parra Moreno (Coordinador), Bartolomé Alonzo Caamal, Santiago Arellano Tuz, Valerio Canché Yah, José Antonio Cutz Medina.
Email: colectivopnm@hotmail.com