Por Francisco Javier Pizarro Chávez
El lunes 20 de agosto día “del regreso a clases”, la “maestra” Elba Esther Gordillo fue el foco de atención pública, a tal grado que robó cámara al Presidente Constitucional y Presidente Electo, que se reunieron en el Palacio Nacional para dar el banderazo formal del proceso de transición de poderes.
Tanto Andrés López Obrador como Peña Nieto se vieron obligados, a preguntas de los reporteros, a abordar el tema de la detención y liberación de Elba Esther Gordillo y el de la Reforma Educativa.
Y no podía ser de otra manera. Unas horas antes, “La Maestra” como se le denomina, tuvo el arrojo – fríamente calculado— de convocar a una conferencia de prensa para reposicionar su liderazgo magisterial y político que históricamente ha ejercido durante muchas décadas y, desde luego, limpiar su imagen de las acusaciones de lavado de dinero, operaciones con recursos de procedencia ilícita y defraudación fiscal, por las que estuvo en prisión 5 años y medio.
Carezco de información y elementos jurídicos para juzgar si es inocente o culpable. Lo único que queda claro es que la PGR, por las razones que hayan sido –incapacidad, displicencia o maniobra– no pudo acreditar los delitos que le imputaron, por lo que la Suprema Corte de Justicia retiró los cargos y la puso en libertad.
De lo que estoy completamente convencido es que la trayectoria de Elba Esther Gordillo siempre ha girado en torno a dos ejes: la ambición y el poder.
De ello da cuenta su vida de lujos y excentridades, financiados con el uso de los fondos sindicales para cubrir gastos personales como tratamiento de cirugía estética, compra de ropa y joyas en tiendas de lujo, de vehículos, pinturas, obras de arte y bienes inmobiliarios.
Para que tenga una idea del derroche del dinero de los trabajadores sindicalizados en que incurrió, tan sólo en uno de sus viajes a Estados Unidos, donde también tiene una mansión, gastó 39.5 millones de pesos en ropa en la tienda Neiman Marcus, en la Joyería Chanel y en una galería de Nueva York.
Tan asidua es o era a esos viajes de compras, que su detención fue realizada el 23 de febrero de 2013 cuando aterrizó en su avión particular en el Aeropuerto de Toluca, proveniente de San Diego, California, donde también cuenta con propiedades.
Tras su detención la PGR informó públicamente que también “La Maestra” tenía o tiene departamentos en París y casas lujosas en Polanco y Bosques de la Loma en la Ciudad de México, así como cuentas bancarias en Suiza y Lenchestein, de alrededor de 2 millones de dólares, a nombre de su fallecida madre.
Su carrera en el sindicato magisterial tiene un origen y final por demás turbio. Se afilió al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en 1960. Asumió la presidencia de este sindicato en 1989, pero no por sus méritos, sino mediante la designación del espurio y nefasto presidente Carlos Salinas de Gortari, para reemplazar a otro sátrapa del magisterio y cacique sindical, Carlos Jonguitud Barrios, quien estuvo al mando del SNTE por más de 16 años.
Al asumir la presidencia del SNTE, Elba Esther Gordillo se pronunció en contra del cacicazgo y prometió que jamás se volvería a instalar “porque daña la conciencia, el intelecto de México”. No cumplió su promesa. En el 2012 fue reelecta presidenta del SNTE, hasta el 2018, con lo cual cumpliría 28 años al frente del sindicato, de no haber sido arrestada en el 2013.
Por lo que hace a su carrera política y partidista, también es sombría. Incursionó por la puerta grande al PRI en 1989, como Secretaria de Organización del CEN de ese partido, delegada política en la Delegación Gustavo Madero en el entonces DF, cuatro veces legisladora federal, tres de ellas diputada y otra como senadora.
En el año 2002, fue designada Secretaria General del CEN del PRI donde se mantuvo hasta el año 2006, cuando rompió lanzas con Roberto Madrazo, candidato del tricolor a la Presidencia de la República, y fue expulsada.
Tras esa ruptura política y expulsión, creó el Partido Nueva Alianza, que como es del conocimiento público, no era otra cosa que el SNTE disfrazado de partido, que en las elecciones de 2006 puso al servicio de Felipe Calderón para evitar triunfara López Obrador, entonces candidato presidencial del PRD y en el 2012 apoyó la candidatura de Enrique Peña Nieto.
Esa es la verdadera historia de Elba Esther Gordillo de carne y hueso. Nada qué ver con la imagen de una auténtica impulsora de un proyecto sindical plural, democrático y propositivo y de un liderazgo político al servicio del interés público y la democracia, que ahora quiere posicionar.
Espero que los maestros no se dejen seducir por la “maestra” de la ambición y el poder, con el señuelo de que es la heroína que sí puede echar abajo la reforma educativa, como ya lo promocionó. Esa es tarea de ustedes, no de manipuladores. No les vaya a salir el tiro por la culata.
Veremos y diremos.