Jorge A. Franco Cáceres
Introducción
Durante los períodos municipales de Renán Barrera Concha y Mauricio Vila Dosal, hemos constatado la inclinación municipal a facilitar proyectos cuyo distingo está en las gestiones tecnocráticas a favor del capitalismo inmobiliario, antes que en las calidades urbanísticas y paisajísticas que ofrecen a la ciudadanía emeritense.
El aspecto de las gestiones tecnocráticas de los proyectos transnacionales, pero también en las obras públicas y los servicios municipales, ha prevalecido en las autorizaciones del Ayuntamiento al punto de convertirse en objeto de polémica desde los medios publicitarios y los partidos políticos.
Todo debido a que así como ha recibido reconocimientos globales, también ha sumado reclamos locales a los titulares por actos reñidos con la conducta de los servidores públicos.
El Gobernador electo y el Alcalde repetidor deben saber que no creemos para nada esas patrañas sobre “moches” y “transas” que se ignoraron durante las campañas, porque bien sabemos que los dos juegan a sacar ventajas de las gestiones tecnocráticas a favor del capitalismo inmobiliario en Mérida.
Privilegios y facilidades a las gestiones tecnocráticas sobre calidades urbanísticas y paisajísticas
En los trienios entre 2012 y 2018 se privilegiaron los desarrollos inmobiliarios, las macroplazas comerciales y los edificios multifuncionales, convirtiendo a las obras públicas y los servicios municipales en gestiones sometidas a los intereses privados así como ajenos a la competencia ciudadana.
Reconocemos aquí las complicidades público-privadas que buscan distanciar la convivencia comunitaria en el espacio público para imponer que la urbanización sustentable no es ámbito de competencia ciudadana, sino de gobernanza tecnocrática bajo simulación demagógica.
Los reconocimientos globales al Ayuntamiento de Mérida en países europeos, mostraron que ahí se consideró importante resaltar las gestiones facilitadas por las autoridades municipales y el modo incondicional en que esta “planeación estratégica” constituía un “mensaje ejemplar” para otras administraciones públicas. Los méritos atribuidos a las obras y los servicios considerados, recayeron también en las gestiones tecnocráticas que se autorizaron para respaldar los proyectos inmobiliarios, antes que en las calidades urbanísticas y paisajísticas que significaban.
No hay proyectos inmobiliario-arquitectónicos en la capital yucateca que sean meritorios por los valores urbanísticos y paisajísticos que tienen en la convivencia comunitaria. Esto sucede porque las complicidades público-privadas dan mayor importancia a las gestiones tecnocráticas de interés transnacional, que al urbanismo sustentable de competencia ciudadana que ellos mismos pregonan.
Debido a que nunca hemos visto una explicación adicional del Ayuntamiento de Mérida sobre los proyectos autorizados por Dirección de Desarrollo Urbano, no tenemos duda que Mauricio Vila y Renán Barrera saben de qué se trata este asunto.
Conclusiones
Ante la evidente preferencia tecnocrática en los criterios municipales de autorización de los proyectos inmobiliario-arquitectónicos de interés transnacional, es indispensable buscar alternativas de competencia ciudadana con respaldo del Gobierno Federal y los poderes del Estado mexicano.
No cabe duda que, ante las complicidades público-privadas en el Ayuntamiento de Mérida, urge incentivar la gestión política y social que respaldan AMLO y MORENA, es decir, establecer la gobernanza comunitaria en aspectos centrales de la urbanización sustentable, como son la vivienda, la infraestructura y los servicios municipales.