El General Antonio López de Santa Anna fue un hombre al que le gustaba el brillo, los banquetes, las fiestas y que, por su afición al azar, jugó con todo y con todos logrando que todos apostaran a su carta, señaló anoche el investigador Enrique González Pedrero.
Al dictar una conferencia en el Gran Museo del Mundo Maya en el marco de la Semana Cultural por el Atlas de Yucatán, el investigador presentó resultados de su extensa investigación denominada “País de un solo hombre: El México de Antonio López de Santa Anna”.
“Esto es en síntesis lo que ustedes pueden encontrar en estos tres mamotretos”, dijo al presentar los tomos que escribió sobre López de Santa Anna, quien además fue uno de los primeros gobernadores de Yucatán.
“Estaba en el juego de la vida, obtenía lo que quería, lo regresaba y volvía a buscarlo y lo volvía a obtener, once veces Presidente de la República, se dice fácil, claro, no duró lo que dura ahora y no lo hacía porque la obtenía y lo abandonaba, retornaba a su hacienda a disfrutar de su hamaca, sus paseos cotidianos, su siesta y luego añoraba lo que había dejado”, indicó.
“Obtenía el poder para abandonarlo, a veces casi inmediatamente, importaba más el reto, la apuesta, el hecho de jugar y jugársela que la ganancia misma. Ganaba el poder para abandonarlo y pescar una vez más la nueva oportunidad de volver a ganarlo y abandonarlo”, indicó.
Ante numeroso público, dijo que a Santa Anna “le gustaba el brillo, los banquetes, las fiestas, de modo que sujetarse a los horarios, a la monotonía de lo cotidiano no lo impacta”.
“Llegó al poder en 1833 con Valentín Gómez Farías, pero no tomó posesión del cargo, deja que Gómez Farías se comprometa e intente su programa liberal mientras él observa el descontento provocado entre los conservadores, se vuelve el oidor supremo de los quejosos, la instancia decisoria y regresa para corregir y volver a irse”, anotó.
Dijo que “jamás se ató a un proyecto de largo plazo o a una ideología, liberalismo o conservadurismo, federalismo o centralismo, república o monarquía, es lo de menos”.
Abundan los Santa Annas
González Pedrero se preguntó cómo fue posible que este personaje tan diferente a Hidalgo, Juárez y Guerrero, tuviera el éxito que tuvo en su vida militar y política, siendo tan diferente a los que hicieron la Independencia y la Reforma de México, sería acaso por razones de influencia familiar o por sus relaciones y amistades.
“Es que ni su familia fue tan poderosa como para abrirle camino y sus amistades e influencias las fue consiguiendo conforme fue construyendo su carrera”, anotó.
Dijo que ahora lo que abunda en la política en México son Santa Annas sin saberlo, les llaman chapulines, es lo mismo, andan de un partido a otro, pero no lo saben, no lo conocen.
“¿A qué se debió tanto éxito? Creo que a lo que Maquiavelo señala como las características fundamentales para triunfar en la vida política, señala que para ello hay que tener virtud, pero no como traducen algunos, virtú y fortuna y saberse adecuar a las necesidades”, dijo.
Anotó que virtú viene de vir, virilidad, hombría, valor, carácter, fortuna, ser favorecido por la suerte y saber adecuarse a las necesidades, a las circunstancias, adaptarse, por aquello que señalaba José Ortega y Gasset, que decía yo soy yo y mi circunstancia y si no salgo a ella no me salgo yo.
“Tener carácter, ser agraciado por la suerte y saber adaptarse a las circunstancias, caigo en la cuenta de que no sólo son indispensables en la vida política, sino simple y llanamente en la vida, para llegar a ser el que uno es, ¿acaso no son necesarias las tres C que decía Reyes Heroles: cabeza, corazón y carácter, aunque él decía otra cosa”, expuso.
González Pedrero indicó que muchos tienen la opinión de que las cosas del mundo son gobernadas por la fortuna y Dios, que los hombres no pueden corregirlas e incluso no tienen remedio alguno, y por esto podría juzgar que no conviene insudare molto, sudar mucho, sino dejarse gobernar por la suerte.
“Desde luego, cruzarse de brazos no es el camino, pues la fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones y deja a nuestro arbitrio a la otra mitad o casi, de modo que estar pendientes de lo que ocurre es la mejor manera de estas prestos a los cambios de la fortuna”, dijo.
Relató que Maquiavelo asemeja a la fortuna, “a uno de esos ríos arrolladores que cuando se embravecen anegan las llanuras, derriban árboles, edificios, quitan tierra, la ponen ante otra, todos ceden ante el ímpetu, sin poder obstruirlo, y aunque sean de esta suerte, sin embargo, para que los hombres en tiempos antiguos puedan tomar providencias en malecones y diques de manera que al crecer o se dirijan por un canal o su ímpetu no sea tan desenfrenado”.
Impetuoso, no imprudente
“Lo mismo sucede con la fortuna, demuestra su fuerza donde no hay preparada virtud para resistirla y vuelve sus ímpetus ahí donde no se han hecho los diques y malecones para contenerla, porque se ve que los hombres en las cosas que los conducen a los fines que cada uno se propone, es decir, gloria y riqueza, proceden de varios modos, uno con prudencia y otro con ímpetu”, señaló.
De tal manera, consideró que es mejor ser impetuoso que imprudente, porque la fortuna es mujer.
Y dijo que teniendo Santa Anna “un escaso gusto por la lectura, el aprendiz de militar pronto se acostumbró a la brusquedad castrense y al fuego, que forman parte de los hábitos de cuartel, era un gran admirador de Napoleón y tenía la sensibilidad necesaria para apreciar la influencia de la Revolución Francesa y la leyenda del petit capoal, gusta hacerse narrar”.
“Capitán graduado en 1820, capitán efectivo en 1821, a efectivo por el Generalísimo don Agustín de Iturbide, obtendrá el grado máximo de General de División luego de la batalla de Tampico”, expresó.
Dijo que sí, era audaz en el combate, pero tenía rasgos negativos que van configurando al personaje contradictorio. Jonnes escribe que Santa Anna fue demandado en 1813 por un comerciante de San Antonio de Béjar, lo que dio origen a una investigación ordenada por el virrey.
“Calcot va más lejos y se refiere a un sujeto por lo demás desagradable, por deudas de juego el oficial Santa Anna falsificó las firmas del coronel Quintero y del mismísimo general Arredondo para el dinero que necesitaba, alegó que lo sustrajo para ayudar a un compañero en desgracia y mantener el honor del regimiento”, expresó.
Relató que Jaime Garza, cirujano del Hospital Militar de Coahuila, refiere que López de Santa Anna, hallándose en Béjar en 1813 bajo el mando de Arredondo, contrajo conmigo una deuda de 300 pesos procedentes de un feo delito, cual fue la sustitución de un vale de igual cantidad hecho a nombre del coronel Cayetano Quintero, ingeniero íntegro que se hallaba en el Ejército.
“Aquel asunto para cualquier militar pundonoroso se habría vuelto un punto oscuro en su carrera, en el caso de Santa Anna sería más realista hablar de un benigno y efímero dolor de cabeza o de mala suerte, como él mismo lo calificaría”, indicó.
Comentó que siendo gobernador de Yucatán se dio cuenta de la importancia y de la relación de nuestro Estado con Cuba, y encontró la importancia de la isla en el ámbito del Golfo de México de modo que, de alguna manera, encaminó la independencia de ese país, “es muy interesante esa parte, pero lo dejo a que lo lean”.
(Rafael Gómez Chi)