Roger Aguilar Cachón
En mi paseo por las calles de mi ciudad, mis pasos me llevan a un lugar en donde hace algunos años estuvo situado un centro educativo que en aquellos años era sinónimo de calidad en su educación, ya que albergaba no sólo un kínder o jardín de niños sino que también estaban dos escuelas primarias, una matutina y otra vespertina, una secundaria y una normal para maestros. Me refiero al Centro Escolar “Felipe Carrillo Puerto”, que en sus buenos tiempos albergó las escuelas de kínder (no se hablaba de preescolar), “Dominga Canto Pastrana”, la primaria matutina “Domingo Solís Rodríguez” y la vespertina “Artemio Alpizar Ruz”. Tanto en la mañana como en la tarde funcionaba una escuela que ha dado grandes hombres a nuestro Estado, me refiero a la secundaria “Dr. Eduardo Urzáiz Rodríguez” y a la Normal Urbana “Rodolfo Menéndez de la Peña”. Albergaba también el teatro “Jacinto Cuevas”, una espléndida piscina y un campo que se utilizaba para jugar sóftbol.
He de destacar que en el recinto escolar habían plasmadas pinturas en los muros de la misma y en donde día a día recibían a los maestros y educandos. Lo recuerdo, ya que tuve la oportunidad de estudiar en este centro educativo mi kínder, primaria, y secundaria… cabe destacar que en las paredes del corredor de la escuela habían pinturas costumbristas, pero desconozco el autor de las mismas.
Ya que el de la letra tuvo la oportunidad de estudiar en el kínder, la primaria matutina, en cada una los recuerdos salen a flote y se los externo a mis caros y caras lectoras, ya que de seguro mis recuerdos serán también los de otras personas.
Del kínder recuerdo pocas cosas, pero gracias a mi tía Tere, cada vez que hay ocasión me hace mención que cuando me llevaba a la escuela me colgaba -literalmente- de cada poste que pasábamos ya que no quería ir a clase. Me dice que era un niño muy chechón. Recuerdo sus salones decorados y en sus paredes algunas pinturas, el arenero y los juegos que había para beneplácito de los párvulos. Posiblemente haya estudiado los tres años, pero solamente recuerdo un grado donde me dio clases la maestra Bertita, maestra de edad avanzada en aquel entonces que siempre que la veía, cuando iba a la secundaria la saludaba. Las clases eran de ocho a diez.
De la escuela primaria muchos recuerdos hay de mis maestras -el primer año lo estudié en Kanasín, al lado de mi mamá con la profesora Amparito- posteriormente me inscribieron en la “Domingo Solís Rodríguez”, cabe mencionar que después, y estando en cuarto año, mi mamá llegó a esta escuela a dar clases y mi estatus subió entre mis compañeros ya que era el hijo de la maestra. Aunque también estudiaban otros hijos de maestros como lo fueron los de las maestras Aída Echeverría, Socorrito Alemán, las Addys, González y Santana, y de Mirna Basulto.
Fue una época muy hermosa, ya que era un tiempo de juegos, estudios y de muchas cosas más, la directora, la inflexible Alba V. Requena de Gil (qepd), siempre elegante -como todas las maestras-, recuerdo también a la maestra de piano Aída Rosa Villa y a la de deportes Adda Zaldívar. No puedo dejar de mencionar a otras maestras como lo fueron Dea Covián de Noh, Mechita Pérez Ojeda, Chabelita Loroño (ambas fallecidas) y la más temida, aunque posteriormente me di cuenta que solamente era la fama, me refiero a Nery González (de sexto año), hermana a la postre del director de la secundaria José González Rosado (también fallecidos)
Mi tiempo en la secundaria (1970-73) fue creo que mi mejor época, ya que tuve muchos amigos que hasta la fecha frecuento y maestros que debieron servirme de ejemplo a seguir. No puedo olvidar a mi maestro de Física, que era el primer director de la secundaria de mi tiempo (ya que posteriormente se adueñó como Porfirio Díaz, el entonces prefecto y que hoy es el dueño de la misma, Profr. Alvaro Osorno, mejor conocido como el “Tuti” (ya fallecido). Los pleitos entre estudiantes y camioneros, las elecciones para presidente de la escuela, los bailes que eran amenizados por conjuntos, etc. Mi escuela secundaria, la Urzáiz, gozaba de buena fama y tenía una piscina que en una ocasión sirvió de lecho a un estudiante que se cayó desde el segundo piso. En ese entonces jugaba básquetbol y pertenecía a la banda de guerra.
De mis maestros, los mejores, recuerdo con agrado a mis maestras de Historia, Bertha Piña y Emma González, a la de Literatura y Español Teresita y Melba Fernández de Méndez, de música mi maestra preferida Nery Fuentes, un primo daba clases, el “Bolas”, Alfredo Aguilar, el de educación física el entonces papá de Sergio Esquivel, que todos conocían como el “Pelos”, por su carencia capilar, uno que me dio Español y que hasta la fecha lo saludo, su nombre se me escapa pero le decían “Marciano”. Recuerdos van y vienen. Estudiábamos de 7 a 12 y por la tarde de 3 a 5.
De la normal solamente puedo decir que los estudiantes que se iban a titular practicaban en la primaria ya sea de la mañana o la tarde y que era muy bonito ver llegar a los alumnos de todas las edades subiendo las escaleras o bien en las puertas del centro escolar. El Cucú, refresquería de postín, con su rocola, la tienda de ropa Cónsoli y la reparadora de calzado El Pavo, formaban parte del entorno escolar.
Un paseo por lo que ahora es el mercado “San Benito” ha hecho que vengan a mi mente estos recuerdos y seguro habrán más, pero que en una próxima entrega les comentaré a mis caros y caras lectoras.